Punto de quiebre. Por Marlon S Jiménez García

Quiebre, es la acción y efecto de quebrar o quebrarse. La noción de quiebre suele estar vinculada a un antes y un después. Un quiebre, por lo tanto, está asociado al cambio abrupto. Las modificaciones que se producen de manera de manera gradual o dentro de un proceso no se consideran quiebres; éstos, por lo tanto, pueden ser traumáticos o actuar como el impulso necesario para un cambio positivo.

El punto de quiebre del régimen y obviamente del engendro que lo dirige, es inminente; los fenómenos de corrupción están arraigados en toda la estructura gubernamental como un cáncer en los tuétanos y lo más alarmante es que persisten como un orden estatutario en la filosofía de acción del mismo. El punto de quiebre en Venezuela, marca inequívocamente un cambio de ruta en el ejercicio, no solo en el campo gubernamental o de la administración pública, sino cambios sustanciales en la convivencia social y en la conducción del Estado.

El ejercicio aberrante del poder en Venezuela está en un punto de quiebre; esos vientos fuertes que se sienten, vienen a modificar no solo el estilo de gobernar, sino a cambiar la forma de gobernar, de enseñar, de trabajar; en una palabra la sociedad se transformará apoteósicamente, que será recibida como una muestra ineluctable de la presencia de Dios todopoderoso, en vista de la relación existente de manera macabra entre civiles y militares que dominan de manera visceral el poder; cuestión normal en los regímenes comunistas y ateos.

Este momento de punto de quiebre, trae consigo momentos inéditos pero también de alto riesgo; no faltarán los “astutos” que pretendan encender los ánimos sociales para generar inestabilidad y capitalizar la natural preocupación ciudadana, e intentar subirse a la cresta de la ola para su beneficio personal. Sin duda, el punto de quiebre, es determinante por factores intrínsecos que afectan a la población en general (no hay ninguna persona que se salve de ello) como es el hambre, la miseria y por consecuencia directa la muerte. La presión social va en aumento a causa de este encadenamiento de eventos nefastos que nos han golpeado en lo que más apreciamos: la vida, la salud, la unidad y la tranquilidad de la familia; por supuesto, dentro de un contexto infaltable de Libertad y Democracia.

El punto de quiebre inevitable, genera simultáneamente una nueva clase política que gobernará el país; ésta debe mirar hacia el fortalecimiento ético en lo político, social, económico y cultural para colocar el país en el umbral de la estabilidad, el orden y desarrollo estructural y que ello constituya la antesala al Estado de Derecho, y obvio, la muerte de la anarquía y la impunidad.

Con este punto de quiebre, espero que los radicalismos y las tentaciones no prosperen en este escenario de transformación en el que se requiere firmeza, convicción, capacidad, inteligencia, estrategia política y sobre todo sensibilidad ante el cambio requerido para que la nueva Venezuela sea conducida por hombres valientes y prudentes.

 

El punto de quiebre del régimen y del engendro, lo comenzarán a creer aquellos que han perdido la fe, no solo a la oposición sino en la política, cuando se haga realidad el próximo 23 de enero la huída del dictador y de sus adláteres por la fuerza de la racionalidad que el pueblo va a demostrar en las calles de Venezuela. El pueblo chavista y la inmensa mayoría de los componentes de la FAN coadyuvarán con su presencia activa ese día en la consolidación del punto de quiebre.

Marlon S Jiménez García / Profesor Universitario / Marjimgar54@hotmail.com

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