Más meritocracia, más desarrollo. Por José Antonio Robles (@jaroblesp)

En Venezuela, la palabra de meritocracia fue asociada primeramente a la industria petrolera transnacional y, en consecuencia, a los primeros 30 años de gestión de la industria petrolera venezolana, nacionalizada durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, que fue sucesora de unos procesos administrativos (entre los que destacó la meritocracia) que llevaron a PDVSA a ser la tercera empresa petrolera y la quinta corporación más productiva del mundo. Pero contrario al saber popular en Venezuela, el concepto no es petrolero ni nuevo. La meritocracia proviene del latín “merĭtum” que significa ‘debida recompensa’ y a su vez proviene de “mereo” que es ‘ganar, merecer’ y del sufijo -cracia del griego “krátos” que quiere decir ‘poder o fuerza’.

En la práctica un sistema meritocrático es un principio o ideal de organización social que tiende a promover a las personas conquistando posiciones en las diferentes organizaciones  sociales, según su mérito en base a su virtud, trabajo, esfuerzo o preparación en función a la capacidad individual y el espíritu competitivo, como la excelencia, haciéndolos más aptos que cualquier otro que se encuentre en su mismo nivel por así decirlo y no factores externos a su currículo, como la influencia o los contactos personales.

La meritocracia es usada con éxito en las gestiones públicas más eficientes del mundo porque pone el peso de la balanza en las capacidades de los profesionales motivándolos a mejorar constantemente. Esto parece tener mucho sentido en cualquier parte del mundo menos en la actual Venezuela, donde vemos como en las últimas dos décadas hemos visto como en la práctica gubernamental sucede todo lo contrario, de manera que para ingresar y permanecer en la función pública, el interesado tiene que demostrar lealtad al gobierno y a la doctrina oficialista, obligándolos a estar al servicio del partido de gobierno, de manera que quien no cumpla ese principio, es simplemente removido de su cargo, sin contemplación.

Esta práctica incumple y viola flagrantemente la meritocracia que prescribe la Constitución, conforme a la cual el ingreso a la función pública debería ser sólo mediante concursos públicos (art. 146).  Además de que “los funcionarios públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política alguna,” y que su “nombramiento o remoción no pueden estar determinados por la afiliación u orientación política” (art. 145). Por esto vemos día a día como personas que sin poseer experiencia o tener el perfil adecuado a la función a ejercer ocupan puestos en la administración pública, lo cual trae como consecuencia la ineficiencia, mediocridad y corrupción en todos los niéveles en la gestión pública y repercutiendo en la calidad de gobierno, servicios públicos y por ende en el bienestar social y calidad de vida.

A pesar de todo esto, a muchos políticos y funcionarios públicos la palabra “meritocracia” los aterra, aun cuando la invoquen con frecuencia y criticando cuando no se implementa, debido a que quienes compiten por cargos de elección popular, por lo general tienden a recompensar a sus activistas más comprometidos y también a los financistas más generosos con cargos públicos y contratos con el Estado a diestra y siniestra.

Como “favor con favor se paga”, quienes son designados en un cargo público o reciben del Estado un contrato en gratitud de un favor político se hacen vulnerables a la presión de los políticos que otorgan ese favor. Esa presión puede consistir en la desviación de fondos de un contrato hacia las arcas de un político, o en beneficiar a su clientela con actos y trámites contrarios a la ley.

Estos problemas no solo ocurren en Venezuela sino también del mundo entero, pero en algunos países, sin embargo, estos problemas se minimizaron por el establecimiento de una correcta gestión y administración pública profesionalizada y meritocrática que ha resultado ser incorruptible en la mayoría de las veces.

Ventajas de la meritocracia en la gestión publica

 – Garantiza la continuidad de la gestión pública impidiendo los cambios de rumbo inesperados, a propósito de nuevos nombramientos en los cargos de confianza, que entorpecen la ejecución de los proyectos y obras a largo plazo en detrimento de la población y el desarrollo del país, mejora la gobernabilidad, estimula el desarrollo económico y reduce la brecha de desigualdad social, regulan mejor sus mercados y combaten más eficazmente la corrupción.

– Los funcionarios públicos seleccionados y promovidos bajo criterios meritocráticos tienden a ser mejores gestores públicos que sus homólogos nombrados por confianza. Por una parte, los seleccionados por mérito, por lo general, tienen características idóneas para la función o cargo público, porque cuentan con experiencia laboral previa en la misma organización o en otras afines dentro de la administración pública. En cambio, quienes son designados de manera directa suelen venir de trabajos del sector privado o no gubernamental, en ocasiones con ninguna experiencia previa en el sector público.

– Los funcionarios públicos seleccionados meritocráticamente tienen más legitimidad ante sus subalternos. Esta legitimidad constituye un activo inicial para su gestión. Lo contrario ocurre con sus pares designados discrecionalmente, quienes pueden encontrarse ante el desafío de revertir un rechazo inicial entre sus compañeros.

Para todo esto se requiere de una función pública profesionalizada, entendiendo por esto “la garantía de posesión por los funcionarios públicos de una serie de atributos como el mérito, la capacidad, la vocación de servicio, la eficacia en el desempeño de su función, la responsabilidad, la honestidad y la adhesión a los principios y valores de la democracia”

Los méritos en los regímenes no democráticos no existen, por eso es que no incentivan a que una persona se esfuerce más que los demás”. Los jóvenes se sienten desmotivados a profesionalizarse y especializarse porque ese esfuerzo no tiene la contraprestación del reconocimiento, la meritocracia, el salario digno y la calidad de vida.

“La meritocracia debe ser la clave para la reconstrucción de Venezuela y la recuperación de su institucionalidad”

Arq.-Abg. José Antonio Robles / @partidountzulia / joseroblesp@gmail.com / Instagram: @jose.a.robles   / Twitter: @jaroblesp

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