Sepulturero del 2015. Por Joaquín Chaparro (@joaquinchaparro)

En el 2015, los venezolanos que creemos en la Democracia como sistema político de gobierno, obtuvimos una amplia e histórica victoria en las elecciones parlamentarias celebradas en ese año, apoyada por una gran Plataforma Nacional Unitaria, que sirvió como referencia para demostrar a la comunidad internacional nuestra convicción por la Democracia y la participación de la gente en las decisiones públicas. No fue la primera vez, lo habíamos logrado en la consulta efectuada a propósito de la reforma constitucional impulsada por Hugo Chávez en el año 2007.

 

En ese entonces, contando con el apoyo del pueblo logramos 112 escaños en la Asamblea nacional (AN), asegurando los dos tercios de mayoría en el Poder Legislativo con los que se podía reformar el funcionamiento del resto de los Poderes públicos, entre ellos, el Consejo Nacional Electoral (CNE). Sin embargo, esa intención no se logró, ya se revisara el porqué de esa desviación, la cual no puede pasar desapercibida en la historia política parlamentaria del país.

 

La tendencia de desprecio hacia el régimen de Nicolás Maduro y sus cómplices es irreversible, la estadística de todos los sondeos de opinión, le asignan un escuálido 6% de preferencia de los ciudadanos de todo el país, una “cosa seria, muy seria”. Porqué se presenta esa situación? simplemente, porque la gente sufre en carne propia las consecuencias de las políticas públicas equivocadas que aplica el régimen. La gente siente el hambre, la desnutrición, la escasez de alimentos, de medicinas, de empleos, de electricidad, de gasolina. Además, el fuerte impacto del covid-19, en la población vulnerable causa estragos en todo el país, de hecho los contagiados o los enfermos declarados sienten terror, tienen miedo de ser albergados en hoteles, instalaciones creadas para la cuarentena o en los hospitales públicos porque saben que carecen de recursos médicos adecuados..

 

Ante ese panorama, las elecciones parlamentarias del 6-D, deben ser pospuestas porque el país no cuenta con las condiciones materiales ni financieras, tampoco con la infraestructura electoral, ni con la logística sanitaria, organizativa y de movilización de la gente para asistir al acto de votación. Además, a escasos 77 días para el #6-D se desconocen los detalles del nuevo sistema automatizado de votación, es decir, el funcionamiento del hardware y el software que se utilizara en ese proceso, de hecho, los técnicos del CNE no se han pronunciado al respecto. Asimismo, no conocemos los detalles de las empresas proveedoras de los equipos y del sistema informático, ni de donde provienen, quien y como se negoció con las empresas fabricantes. También, se desconocen las medidas sanitarias concretas (Más allá del uso de tapabocas) y lo más grave, se desconoce la logística a llevar a cabo durante los supuestos 6 días para ejercer el voto. Una improvisación total.

 

No se puede llevar a un pueblo enfermo, hambriento, desnutrido y expuesto a la pandemia del Covid-19, a unas elecciones por capricho hegemónico de un grupo de burócratas corruptos y ambiciosos.

 

Estamos en presencia de los sepultureros del espiritu democrático del pueblo venezolano logrado en el 2015.

 

Joaquín Chaparro Oliveros / @joaquinchaparro

 

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