REFLEXIONES| Vizcarra y el Perú. Por Luis Acosta

Es simpático, por lo simplista y criticable, por lo ordinario, la forma banal y visiblemente extravagante  como los congresantes del Perú, que salen en las listas de membrecía hacia el Congreso, llegan con una especie de idea incorporada y sencilla cual es, destituir al Presidente Vizcarra o cualquier otro que se atraviese. Eso lo empiezan a elaborar, tanto cuanto, los hechos, el tiempo y los elementos se presenten y haya quorum para el plan. 

Nada más luce importante. Las obras y las leyes principistas y de costumbres se olvidan o posponen. Los principios no son usados para darle calor y vigor a lo necesario y conducente; la globalización, que de algo sirve, ni hay propuestas, ni se practican copias de lo que ha resultado bueno en otros lares y ciudades.

La orientación que se le quiere formalizar a los reclamos del Presidente Vizcarra, se nutren de algunas decisiones que el Presidente ha tomado y que él asegura que, dentro de sus atribuciones y conducta, las asoma con gravedad ante la opinión pública y se dan requerimientos de fondos morales que no tiene.

De pronto, es razonable la crítica y la propuesta pero es indispensable que se asomen los hechos ante el conglomerado  para aclarar que no se trata de lo mismo de siempre donde lo principal va vinculado a la destitución de Vizcarra en tiempo record, y en acuerdo previo, dentro de los cuales solo se notan los deseos de sacar al Presidente por alguna u otra razón.

Nos llama la atención que la ponente del documento acusatorio ente el congreso sea, precisamente, una Hermana de la Caridad, seguramente de alguna institución religiosa y/o social, que sabe mucho de moral y ética pero ajenas a esta cuestión de índole política que poco practican.

Este esquema de reclamos nos hace recordar a un político latino, que no deseamos identificar, que terminó presentando una situación parecida y decía pedir castigo para alguien, pero los ciudadanos no creían el por qué. Pues bien, el hombre anotó algo así: “si lo que dice todo el país sobre Fujimori es verdad; si lo que anota Fujimori de García es verdad; si lo que afirma Toledo de Fujimori también es cierto; Si lo que acusó Humala de García es cierto; si Kuczinski tenía razón con respecto a Humala y Vizcarra sobre Kuczinski y los de ahora contra Vizcarra entonces todos ganaron y la única que perdió fue la pobre república que ha vivido la debacle de todas estas siniestras acciones. Si a todo este embrollo le agregamos a Lula, Odebretch y los negociadores, entonces, la cosa se pone horrible. 

En consecuencia, la investigación precisa y llana sobre el problema Vizcarra hay que ordenarla con seriedad y decisión pero sin destituciones apresuradas porque sustituir un Presidente, legítimo y legal,  siempre le hace daño a la democracia y, peor, mal al país que sufre el problema. Luego, el mejor camino es el expresado, es decir, dejar a Vizcaya que aclare su problema y salve su solvencia. En el ínterin, mientras los miembros del Congreso se engalanan  por su pericia y decisión, el país da ejemplo de dignidad y respeto.

Como si fuera poco, el Congreso rompe con el esquema vicioso y per juicioso manejado en los últimos años. Unas veces, desempolvando viejos elementos morales y, otras, con apresuramientos inadecuados. Un pensamiento del eterno Presidente mejicano, Benito Juarez, nos invita a razonar con deseo de ser útiles y honestos. El asegura “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

 

Luis Acosta

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