Tiempo de veda para la caza de periodistas. Por Noel Álvarez (@alvareznv)

Hoy 27 de junio, Día del Periodista, me puse a reflexionar sobre los amigos que debo felicitar en ese gremio. En ese divagar mental, me reencontré con cientos de amigos, tantos que, si me pusiera a nombrarlos a todos, este artículo no tendría fin. Me limitaré, entonces, a mencionar solo a aquellos que han trabajado directamente conmigo y sobre ellos, haré descansar la representación de todo el sector: Beatriz Navas, Edecio Brito, Edgar Fiol, Wilman Palencia, Xiomara Zambrano, María Alejandra Stojakovic, Daniel Acosta y Carlos Roa. 

 

Un poeta desconocido escribió el siguiente verso: “Yo soy a veces el hombre violento que te ama apasionadamente, que valora tu talante de mujer, que cierras tus lindos ojos en la oscuridad de la noche. Soy el hombre que detesta la violencia procedente del poder que me impide gozar de tu electrizante mirada y la libertad que necesito”. Este “vate”, enamorado de la libertad nos invita a meditar sobre los excesos del poder que impiden el libre ejercicio del periodismo. Tal como sucedía en Grecia, en tiempos de Aristóteles, donde los personajes del teatro clásico cerraban la función pidiendo la benevolencia de las autoridades enquistadas en el poder. 

 

Los comediantes, con gestos de humildad enviaban mensajes de paz, unión y comunidad entre las personas del mundo griego. Tragaban grueso y pedían una Atenas con más libertades y la vuelta a casa de los detenidos. La prisión siempre ha sido un instrumento de abuso de poder con el cual los tiranos castigan a sus enemigos, a sus opositores, y a veces también la utilizan como un medio para obtener los bienes del preso, como nos lo cuentan los pasajes de la historia. Siempre he creído que, la violencia es a la sociedad, como la metástasis del cáncer es a la vida del ser humano. Ambas epidemias tienen efectos destructivos y pueden llegar a un punto en que se vuelven incontrolables. 

 

Hace más de un siglo, el periodismo aun iba en pañales, en aquel entonces, un joven húngaro llamado Joseph Pulitzer desembarcó en Estados Unidos para luchar en la Guerra de Independencia americana. Con serios problemas de visión, Pulitzer apenas entró en combate; sin embargo, consiguió dejar su huella en la historia americana. Aquel inmigrante que cruzó el Atlántico, sin saber hablar inglés, se convirtió en el mayor magnate de la prensa estadounidense. 

 

Las aportaciones de Pulitzer lo convirtieron en el padre del periodismo de masas y lo llevaron a transformarse en una figura legendaria y exótica. Una de sus frases más famosas fue: “La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar la injusticia ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privilegios de clases y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse siempre devota al bien público”.

 

Pulitzer también dijo: “El periodista no es el gerente comercial o el editor, y ni el mismo propietario de un periódico. El periodista es el vigía en el punto del comando del navío del Estado. Él observa la vela que pasa, las pequeñas señales que surgen en el horizonte. Él informa sobre el náufrago que aparece a la deriva y este puede ser puesto a salvo. Él investiga, a través de la nieve y de la tempestad, para avisar sobre los peligros que están al frente. Él no está pensando en su salario o en el lucro de la empresa. Él está allí para cuidar de la seguridad y el bienestar de las personas que en él confían”. Sobre las dificultades para ejercer la profesión escribió: “Reconozco que los obstáculos son numerosos, pero tras sopesarlos imparcialmente estoy mucho más convencido del éxito final de mi idea”.  

Los viejos maestros de la comunicación siempre han sostenido que el periodismo es el mejor oficio del mundo, pero en este momento, la situación laboral de este sector es una de las más críticas. Periodistas de todo el mundo pagan un alto precio personal y profesional por su compromiso con la libertad de información. Ejercer el periodismo ha costado la vida a más de 1000 informadores desde 2006 en todo el planeta. Siria y México son los países más difíciles y peligrosos para ejercer la profesión donde los criminales los tienen como “polígono de tiro”.  En 1968 la empresa inglesa de seguros Hellmers definió al periodismo como “el oficio más peligroso del mundo”.  

En su informe más reciente, Reporteros sin Fronteras advierte que la creciente hostilidad contra los medios, alentada por algunos dirigentes políticos y por regímenes autoritarios, tratando de imponer su visión del periodismo, constituye una amenaza para las democracias: «Los periodistas amedrentados, agredidos encarcelados, torturados, desaparecidos o asesinados, son la cara visible de las violaciones de la libertad de información, la historia con nombre y apellidos de los intentos de imponer un silencio unilateral».

El informe anual de Reporteros sin Fronteras, instrumento que monitorea la situación de la libertad de prensa en 180 países, apunta que el clima de odio en contra de los periodistas es cada vez más marcado y no exclusivo de naciones gobernadas por autócratas. Muchos jefes de Estado, elegidos democráticamente, ven a la prensa, ya no como uno de los actores de la democracia, sino como un adversario, frente al cual muestran abiertamente su repudio y estrechan al mínimo la frontera entre la violencia verbal y la física.

 

La prensa libre es fundamental para la promoción y difusión de los valores que sustentan la constitución del Estado social y democrático de derecho.  En el artículo 49 de la Constitución Venezolana se reconoce la libertad de expresión e información como un derecho fundamental, por lo que se prohíbe la censura previa y se protegen el libre acceso a las fuentes noticiosas, el secreto profesional y la cláusula de conciencia del periodista. La impunidad es una de las mayores amenazas a la libertad de información. «La impunidad es un crimen contra el ejercicio de la libertad de expresión y los derechos humanos en general. envalentona a los criminales, constituye una amenaza para el estado de derecho y conduce al miedo y la autocensura, dice, Irina Bokova, vocera de la UNESCO.

 

Noel Álvarez / @alvareznv /Noelalvarez10@gmail.com

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