Los meses que vienen en Venezuela. Por Luis Orozco (@LForzko)

La llegada de Juan Guaidó tras su gira internacional y las más que probables elecciones parlamentariashan dadocomienzo a una nuevavorágine en la que habrá inevitables puntos de inflexión, tanto dentro de la oposición venezolana como dentro chavismo y las diferentes facciones de la comunidad internacional.

Adentro

A nivel interno, los próximos meses estarán enmarcados por las divisiones y cohesiones que tendrán lugar entre las principales figuras de la oposición que rodean a la figura del presidente interino.

El elemento que iniciará esta coyuntura será precisamente unaselecciones parlamentarias que, lejos de contar con las condiciones apropiadas, serán llevadas a cabo con un Consejo Nacional Electoral (CNE) que si bien se antojará ante la opinión pública como “balanceado”, deberá ser aprobado porel mismo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), manteniendo el poder ejecutivo secuestrado por Nicolás Maduro y la nomenklatura chavista.

Es decir, se legitimará a la tiranía socialista  en lugar de conseguir el tan repetido cese de la usurpación.

El hecho de que se traten de unas elecciones que no cuenten con las condiciones una y otra vez exigidas tanto por Guaidó como por la Casa Blanca podría representar una fractura irreparable dentro de la misma presidencia interina. Todo esto con un G4 sumergiéndose en unpandemónium en el que los partidos Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática sufrirán sus peores crisis de popularidad, al quedar otra vez expuestos como grupos colaboracionistas proclives a la cohabitación.

En el caso de Voluntad Popular, el partido mantendrá su disciplina partidista con Guaidó, más allá de que este haya decidido desligarse de él por cuestiones de imagen. Sin embargo, Voluntad Popular sabe que para mantener su peso político necesitará mantenerse cohesionado a quien hoy en día es la figura opositora que mayor popularidad e influencia ha tenido desde el inicio de la era chavista.

En cuanto al autoproclamado e ilegítimo presidente de la Asamblea Nacional, Luis Parra, se puede decir que su relevancia como arma desestabilizadora del chavismo se pondrá a prueba una vez que se determine si las elecciones parlamentariastendrán lugar o no.

Al fin y al cabo, para la numerosa cantidad de opositores colaboracionistas que existen dentro del G4 y los demás partidos de oposición, no sería tan complicado empezar a formar parte de la facción Parra y así minar el liderazgo de Guaido. Sobre todo cuando quedó demostrado que el régimen está dispuesto a pagar cientos de miles de dólares para comprar figuras políticas del bando contrario.

Y si hay un partido en el que muchos de sus miembros podrían respaldar a Parra, este sería Primero Justicia, partido del que llegó a formar parte durante los últimos años.

Por supuesto, este es uno de los puntos más delicados y complejos dentro de la realidad interna de la oposición venezolana, tomando en cuenta que miembros de este partido son parte esencial del gobierno de Guaidó(con figuras como Julio Borges en el cargo de comisionado especial de relaciones exteriores), mientras que otros como Henrique Capriles forman parte de esa oposición pro-chavista.

En este caso, de toda la crisis que pueda ocurrir al interior de la oposición, Primero Justicia será el partido que más daño podría hacer dentro del G4, tanto por su influencia como por su incuestionable peso a nivel de popularidad.

Afuera

A nivel externo, se mantendrá la diferencia existencial entre Estados Unidos y Europa, dos facciones que tendrán una aproximación diferente a lo que ocurra en las entrañas de la oposición venezolana.

Mientras que gran parte de la Unión Europea seguirá los lineamientos del ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero y el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Josep Borrell, Estados Unidos intensificará su política de cambio de régimen.

En pocas palabras, Europa buscará una vez más el diálogo y la resurrección del ya gastado Grupo de Contacto, posicionándose en favor de cualquier acción que tome la oposición colaboracionista y pro-chavista. Por su parte, Estados Unidos actuará independientemente de lo que haga la oposición venezolana, aumentando las sanciones, e incluso llegar al punto de un bloqueo naval y, por qué no, alguna acción de carácter bélico.

A pesar de esto, la posición de la administración de Donald Trump podría entrar en una pausa introspectiva si Guaidó se alía con el ala colaboracionista y pro-chavista de la oposición, cosa que parece poco probable.

En cuanto a la región, lo único importante para la posición norteamericana es el apoyo de los gobiernos de Colombia y Brasil, situación que se antoja cada vez más factible a medida que pasa el tiempo. A Europa solo le haría falta el (más que garantizado) apoyo de aquellos países del Grupo de Lima que abogan por la solución diplomática. Incluso tomarían en cuenta las posturas de Argentina y México, quienes hoy en día son actores abiertamente favorables a la tiranía venezolana.

Sin embargo, para la Casa Blanca resulta fundamental la reelección de Luis Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos, situación que no parece tan clara y que tendrá su desenlace en las elecciones del 20 de Marzo.

De no ganar Almagro, se vería reforzada la posición europea a nivel externo, lo cual ejercería mayor presión sobre Colombia y Brasil, tomando en cuenta que su apoyo incondicional a Washington sería más decisivo. No obstante, una caída de Almagro y una falta de apoyo por parte de Colombia y Brasil no haría más que incentivar una tendencia más unilateralista por parte de la Casa Blanca, sobre todo si Trump es reelecto.

Y sí, cada uno de estos escenarios podrían ralentizarse o acelerarse dependiendo de qué tan grave termine siendo la crisis del coronavirus en el hemisferio occidental, ya que esta tendrá cierta influencia en las coyunturas internas y externas.

Después de todo, si bien esta crisis beneficia a la dictadura socialista al sacar a Venezuela de la agenda mediática (y por momentos, diplomáticas), también es cierto que seguirá afectando severamente los precios del barril de petróleo y la demanda de los mayores importadores. Situación que recrudecería la hecatombe venezolana y debilitaría como nunca antes el régimen, pudiendo convertirse en una especie de Deus ex Machina.

Desde luego, los meses que vienen en Venezuela serán determinantes para lo que ya se antoja como un inevitable desenlace.

 

Luis Orozco  / @LForzko

 

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