Rusia depende cada vez más de China

Es un nuevo tono: el jefe de Estado chino, Xi Jinping, denuncia a Estados Unidos al margen de la Asamblea Popular Nacional por querer oprimir a su país. Habla de «cerco», juramenta a la dirección del partido comunista y a su pueblo ante «desafíos sin precedentes». China debe tener el «valor de luchar». Su ministro de Exteriores, Qin Gang, advierte a Estados Unidos de un conflicto de «consecuencias catastróficas».

Estas amenazas podrían proceder fácilmente del Presidente ruso Vladimir Putin. El líder del Kremlin justifica la invasión de Ucrania con la lucha contra la OTAN, Estados Unidos y el «Occidente colectivo». Una distorsión de los hechos con la que China empatiza públicamente, pero que no acepta del todo.

Putin y Xi tienen aproximadamente la misma edad, 70 y 69 años respectivamente. Se han reunido casi 40 veces en los últimos diez años, según los medios de comunicación. Su estilo de liderazgo es dictatorial. Repiten como un mantra la «amistad» entre las dos potencias nucleares y la «asociación estratégica».

La mirada de Moscú sobre China

Sin embargo, existen grandes diferencias entre ambos países. China es la mayor economía del mundo en términos de PIB después de Estados Unidos. La economía rusa es unas diez veces más débil.

Moscú lleva décadas viviendo de la exportación de materias primas. Hasta ahora, la modernización del país ha fracasado. Es evidente que Putin ha especulado con su ataque a Ucrania: política, militar y económicamente. La unidad de Occidente, su capacidad para reducir masivamente la dependencia del gas, el petróleo y el carbón rusos en muy poco tiempo, obliga al Kremlin a orientar su economía hacia los países asiáticos, sobre todo hacia China.

Interdependencia creciente

China, por su parte, se beneficia de la dependencia de Moscú, por ejemplo, obteniendo petróleo y gas rusos en condiciones especiales. Xi no depende de Rusia.

Su estrategia de «cero covid» durante la pandemia debilitó el crecimiento de China en 2022, según muestran las estadísticas oficiales del país. Sin embargo, una vez que se le puso fin, la economía china se estabilizó. Es poco probable que Xi esté interesado en una guerra comercial con EE.UU. y, como consecuencia, con los europeos. Como hizo Moscú antes, Pekín está intentando abrir una brecha en la alianza transatlántica.

Taiwán puede cambiarlo todo

Los economistas predicen que el nivel de vida en Rusia seguirá bajando en los próximos años, también porque cientos de miles de expertos en tecnologías de la información han abandonado su país desde el ataque a Ucrania. Es posible que Putin acepte el declive económico de su país. Xi sigue persiguiendo el objetivo de alcanzar económicamente a Estados Unidos, y quizás algún día superarlo.

Un nuevo estudio del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP) recuerda la visita del presidente electo Xi a EE. UU. en 2012, cuando habló de «un nuevo tipo de relaciones de gran potencia en el siglo XXI». Estados Unidos y China debían ser potencias iguales. Rusia no figuraba allí.

Ahora, según los dirigentes de Pekín, Rusia es el «socio estratégico más importante» de China. Ambos países comparten la visión de Estados Unidos como adversario. En cuanto a la actitud de China en el conflicto de Ucrania, el estudio del SWP cita la opinión del politólogo chino Yan Xuetong. Según éste, China sólo podría pasarse ofensivamente al bando ruso si EE. UU. apoyara militarmente una declaración de independencia de Taiwán.

Con información de DW – US LATM

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