Fórmula imperdible. Por Antonio Urdaneta Aguirre

Es normal, sin dudas de ninguna naturaleza, que la clase política auténtica, la que dedica su tiempo y su vida a este tipo de ejercicio, constituye una expresión profesional de dicha actividad. Para ella vive y de ella vive su familiar. Se dice que la política es el arte de interpretar las inquietudes y aspiraciones del pueblo, en función DE satisfacer las necesidades socioeconómicas de la gente. Por esto y para esto los liderazgos políticos tienen la suficiente idoneidad para ejercer los cargos de representación popular, así como también para la organización y desempeño de los gobiernos respectivos en cada jurisdicción del territorio nacional.

Esa es la razón por la cual los ciudadanos les atribuimos a ellos los aciertos y los desaciertos que observamos en la administración pública. Confiamos a la clase política la función de representarnos y la responsabilidad de dirigir y orientar la gestión de gobernar. Lamentablemente, cuando hacemos un examen retrospectivo de nuestra historia, encontramos que la clase política venezolana pocas veces ha estado a la altura de sus responsabilidades. Quizás por esa carencia de un buen ejercicio político, el militarismo, que nunca lo ha hecho bien, ha truncado todas las posibilidades de desarrollo que hemos tenido como pueblo y como nación.

Ahora mismo, somos víctimas de un militarismo decimonónico, hasta el punto que Venezuela ha retrocedido más de medio siglo en los últimos 22 años. En el transcurso de este tiempo la antipolítica ha ganado demasiado terreno en la conciencia del venezolano de hoy. Más del 60% de la población se ha alejado de sus partidos políticos. Si este fenómeno lo vemos con pesimismo, tendremos que resignarnos a perder lo poco de democracia que aún está a la espera de una milagrosa reacción de la clase política, para ver si es posible su restablecimiento. 

En este momento tenemos en frente una oportunidad más para que nuestro liderazgo político –lo que queda de él– tome la histórica decisión de reivindicarse ante propios y extraños. Aunque se agotó el tiempo para formalizar opciones en el tarjetón electoral, aún queda para sorprendernos con acertadas rectificaciones. Particularmente sugiero poderosas coaliciones ganar-ganar; acuerdos que además puedan surtir efectos positivos aguas abajo.

Creo factible, a manera de muestra, que en los estados donde los candidatos a Gobernador de la Plataforma Unitaria y de la Alianza Democrática, están bien posicionados en las encuestas o en el sondeo callejero, ambos bloques políticos se unan y apoyen uno para la respectiva gobernación y otro a la alcaldía de la ciudad capital, si al efecto se cumplen los requisitos que establece la legislación electoral. ¡Coalición ganar-ganar, que luce imperdible!

 

Antonio Urdaneta Aguirre
urdaneta.antonio@gmail.com
@UrdanetaAguirre

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