Más sentido común. Por Antonio Urdaneta

Las elecciones primarias para la designación de candidatos a cargos electorales es un método ideal, ya que permite la participación y movilización de los militantes de los partidos políticos y grupos electorales que aspiran competir en las contiendas comiciales a que haya lugar. Un evento de esa naturaleza obliga además a ocuparse tesoneramente del activismo cotidiano a lo interno de las organizaciones partidistas. Las ventajas son muchas en cuanto al ejercicio democrático se refiere, siempre que la dirigencia involucrada en el proceso respectivo esté realmente convencida de lo que implica un acontecimiento de tan elevada significación democrática.

Lamentablemente las experiencias que hemos vivido en Venezuela son poco alentadoras. De allí la justificada resistencia de muchos líderes políticos, a la hora de escoger fórmulas candidaturales mediante elecciones primarias. Es oportuno recordar algunas de las consecuencias políticas que se han derivado a raíz de la realización de ese tipo de eventos. En verdad, es poco halagador lo que se puede contar al respecto. 

Las primeras elecciones primarias que se hicieron en el país, las realizó el partido Acción Democrática en septiembre de 1967, después que el proceso interno tradicional para la designación de autoridades del partido fue cuestionado por una de las tendencias que se disputaba el control de la organización partidista. Con el propósito de evitar un conflicto interno de mayor magnitud, las partes en pugna acordaron dirimir las diferencias mediante unas elecciones primarias, con participación directa de la militancia partidista. Al efecto aprobaron unánimemente la reglamentación pertinente; una normativa absolutamente clara.

Así las cosas, los militantes acciondemocratistas se volcaron masivamente en las calles de Venezuela, para acudir a las urnas de votación respectivas. La participación fue apoteósica. Sin lugar a dudas, fue una jornada democrática sin precedentes en la historia del país. Los resultados ratificaron la victoria de la tendencia liderada por el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa. Esta vez con una ventaja indiscutible. Sin embargo, el triunfo fue ignorado por la otra corriente. La consecuencia definitiva fue la división de Acción Democrática en dos grandes bloques de poder. Este infeliz acontecimiento político se tradujo, aunque haya quien lo dude todavía, en una puñalada mortal para la democracia venezolana.

Hace cuatro años las elecciones primarias realizadas en el Estado Zulia para seleccionar el candidato a Gobernador por la oposición, dejó heridas que aún están por cicatrizarse. Y más reciente, el 8 de agosto de este año específicamente, un evento electoral interno de similar naturaleza, puso en evidencia la sucia confrontación intrapartido que sacude los cimientos del PSUV. La pugna se hizo visible durante la campaña electoral específica; pero después del proceso comicial la procesión sigue por dentro.

Conclusión: la dirigencia política venezolana luce muy inmadura todavía, para dirimir situaciones internas por la vía de las elecciones primarias. El sentido común aconseja la utilización de otros métodos menos complejos.

 

Antonio Urdaneta

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