Guaidó, el derrocado. Por Carlos Ismayel

Está más que claro, a los ojos de cualquier venezolano -que no se deje agarrar a lazo- que es notoriamente descarada la intención de algunos factores, que se proclaman como opositores, que apuestan a defenestrar a Guaidó, o sea, derrocar el gobierno interino y prorrogar a Maduro en la usurpación de los poderes públicos. La jugada es ponerle la cruz al interinato para en pleno velorio celebrar que se quedaran con las cenizas que va dejando a su paso esa dirección política que ha fracasado en la conducción de la estrategia por la defensa de la libertad de los venezolanos.

 

Esa dirigencia que ha tenido todas las oportunidades del mundo para llevarnos a las victorias deseadas, ahora sale, otra vez, con el cuento de que “hay que participar en las elecciones regionales el próximo 21 de noviembre”. Se trata de los mismos que en diciembre pasado se desgañitaban diciéndole a los ciudadanos que “no hay condiciones para meterse en las elecciones parlamentarias”. Los propios camaleones pues, que cambian de colores sorpresivamente. Eso es jugar con la buena fe de los ciudadanos que están cansados de esos especuladores de la esperanza de la ciudadanía venezolana, ciudadanía que lo ha dado todo por zafarse de esta tiranía, mientras observa, desilusionada y asqueada, como se entienden esos supuestos opositores con el verdugo que castiga y azota a las familias del país.

 

El pasado domingo 8 de julio los residuos del chavismo montaron sus trifulcas a las puertas de los centros de votación en los que se trampearon unos a otros. Las denuncias llueven y corren como polvo sabanero desde Zaraza hasta San Juan, dejando saber la magnitud del fraude que se hicieron entre “los hermanos revolucionarios”. Fue una pelea a muerte por el control de un aparato que solo sirve para mantener una clientela partidista, para financiar a los cuadros que se alistan en milicias, colectivos, unidades de batallas y comandos partidistas, porque es en esas nóminas donde se esfuma el dinero que administran alcaldías y gobernaciones, y los entes del Guárico no son la excepción, fue para coger palco, las peleas en Camaguán, Guayabal, San Juan y pare usted de contar.

 

Lo que sí les puede decir a los lectores de esta columna es que la gente no tiene ningún ánimo de sumarse a esas comparsas electorales. La gente está agotada de ser utilizada para proyectos individuales, la gente ha luchado poniendo el ojo en Miraflores, dicho de otra manera, la pelea y los esfuerzos han sido para salir de esta tiranía, no para corretear por puestos que solo sirven para francachelas personalistas.

 

Carlos Ismayel

@CYsmayel

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