El día del Ron. Por Eugenio Montoro

EL DÍA DEL RON

Pocos medios recogieron la noticia que algunos países musulmanes habían aprobado la posibilidad de que sus mujeres pudieran vivir solas. Bajo nuestras costumbres es difícil entender cuál es la noticia, pues en el mundo judeo cristiano las mujeres pueden hacer esto sin restricción alguna.

Las mujeres musulmanas usualmente deben estar bajo la tutela de un hombre y las restricciones religiosas son inmensas incluyendo la barbarie de que una mujer infiel puede ser lapidada. En general son costumbres de los años 500 D.C. cuando se crea el islam y que se han mantenido sin cambio.

Posiblemente esta decisión, sin precedentes en el islam, es una de las consecuencias de las enormes facilidades de comunicación que tenemos en el mundo moderno. Seguramente, estas han venido influyendo en los seguidores de Alá y ni siquiera por algún reclamo de las mujeres, sino por la creación de conciencia en sus propios líderes que palpan los contrastes brutales que existen entre la modernidad y las rígidas costumbres islámicas.

Nos gustaría celebrar pronto esa evolución acelerada hacia la modernidad que pareciera estar floreciendo en el mundo musulmán no solo en tecnología, obras de infraestructura y servicios sino ahora también en sus añejas costumbres.

Cambiando de tema, por estos lares venezolanos tuvimos la sorprendente noticia de la aprobación del día del ron por parte de la Asamblea Nacional roja. Como único punto del día fue aprobada la propuesta por unanimidad, seguido de grandes aplausos de los supuestos diputados.

De la misma manera que nos es difícil entender lo de las mujeres musulmanas, más difícil nos resulta entender esta perla del día del ron en un país donde la cantidad y diversidad de los problemas desbordan la imaginación. Pero, en fin, la capacidad del régimen en aprobar asuntos inútiles es ya ampliamente conocida.

Igual cosa sucedió con la aprobación de las ciudades comunales, un cambio enorme en el funcionamiento del Estado que no hay forma de implantarlo. La cantidad requerida de dinero es lo suficientemente alta como para que el proyecto repose en la oscuridad del algún archivo. Posiblemente aún oigamos algunos sonoros discursos anunciando su implantación, pero más para disimular que por otra cosa.

Lo otro inútil vino de PDVSA. En efecto resulta que, en el desespero de producir un poco más de petróleo, tomaron como bueno un método ampliamente conocido mediante el cual se conviene con una empresa a que haga los trabajos necesarios para extraer el crudo y luego se le paga con la venta de lo que se produzca. Por supuesto para realizar tan compleja cosa, se requiere de empresas grandes, con mucho capital de trabajo y mucho conocimiento y experiencia.

Los de PDVSA roja publicaron (orgullosos suponemos) una lista con 20 empresas con las que ya habían firmado convenios de confidencialidad para acometer próximamente los trabajos de extracción de petróleo. Con las facilidades que existen hoy en día para averiguar, descubrimos que todas esas empresas, sin excepción, son absolutamente incapaces, tanto técnica como financieramente, de acometer trabajo alguno.

De manera que este será otro elefante blanco, que afortunadamente no ha pasado de ser una ilusión de papel de estos gerentes piratas que creen que la industria petrolera es como una bodega.

¿Cuántas sorpresas más veremos próximamente? Tal vez unas cuantas. A pesar de tener un país repleto de problemas, los rojos se han especializado en la fabricación de soluciones mágicas, para crear esperanzas y mantenerse en el poder.

Hay que salir de esta gangrena cuanto antes.

 

Eugenio Montoro

montoroe@yahoo.es

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