Cecodap: En 2019 hay más niñez dejada atrás que habitantes en el estado Nueva Esparta

Hasta 2019, el Estado aún no ha reconocido que la movilidad de los venezolanos fuera del país es un problema que requiere políticas públicas específicas. Ante esta situación, casi 14% de la población se convirtió en migrante, lo que significa además que 943.117 niños, niñas y adolescentes tienen a uno o dos padres fuera del país.

«Estamos ante un problema que no es de uno o de dos; es de escala nacional Esto define no solo nuestro presente, sino también define la Venezuela del futuro, la de los próximos 30 años», indicó Abel Saraiba, psicólogo y coordinador adjunto de Cecodap, durante la presentación del tercer capítulo del Informe Somos Noticia 2018.

Con información de nota de prensa de Cecodap se pudo conocer que para ejemplificar lo que significa el dato grueso de niñez dejada atrás, Saraiba explicó que solo esta población de niños supera la población total del estado Nueva Esparta. Incluso, se trata de 25.000 salones que hoy están afectados por la movilidad humana de Venezuela.

Este grupo etario, entonces comienza a padecer cambios o alteraciones en el comportamiento: sensación de abandono, desánimo, entre otras cosas. “Casi un millón de niños y adolescentes que requieren una atención especializada no reciben ningún tipo de apoyo psicosocial para enfrentar esta situación”, dijo Saraiba.

En este documento se maneja un balance de la migración venezolana y cómo afecta a los niños, niñas y adolescentes. También se encuentra el registro de la presencia en medios de este grupo etario, así como el resultado de una investigación in situ de la situación en la frontera de Venezuela con Colombia, por el departamento de Arauca.

Para el tercer capítulo del informe Somos Noticia 2018, el equipo de Cecodap creó alianzas con la Universidad Simón Bolívar, Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela y con Datanalisis. Es así cómo, la investigadora y profesora de la Universidad Simón Bolívar, Claudia Vargas, fue la encargada de realizar el apartado de migración.

Entre sus hallazgos se encuentra que desde 2018 los emigrantes venezolanos son más jóvenes. “Mientras en las etapas anteriores encontrábamos una edad promedio entre 22 y 23 años de edad, en espera de culminar sus estudios universitarios, actualmente las edades oscilan entre 15 años y 59 años. La emigración es joven y además buena parte de ella incluye a la población económicamente activa, es decir, la fuerza de trabajo, donde también se encuentran menores de edad, cuyo indicador significa la emigración o salida de familias completas”, expuso Vargas.

Consecuentemente, estos datos se corresponden con los arrojados por la encuestadora Datanalisis, que en alianza con Cecodap concluyeron que la principal vocación migratoria es de aquellos que tienen entre los 18 y 23 años edad, con un 60,7% de intención de dejar el país. De igual forma, la población con 60 años o más es la que presenta mayor resistencia a la idea de migrar, siendo el 87,1% de las personas que afirman no haber considerado irse del país este último año.

Emigrar por salud y alimentación parece ser clave en esta última etapa. De hecho un reciente informe mundial sobre crisis alimentarias elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Europea (UE) y otras organizaciones internacionales señala que 1.500.000 de los venezolanos que ha emigrado no tiene las posibilidades de garantizar su alimentación.

Debido al incremento acelerado de los flujos migratorios de los venezolanos, y al desorden que trae consigo, se generan dinámicas de informalidad, xenofobia, trata de personas, trabajo forzoso. Esto significa que la situación al emigrar podría mejorar aspectos como acceso a servicios básicos y alimentación, pero otros problemas se mantienen, en este caso inseguridad social.

Indicador de la niñez dejada atrás

La migración forzada de venezolanos afecta de forma diferenciada y específica a los niños, niñas y adolescentes, suponiendo en 2019 que al menos uno de cada cinco migrantes deja un niño atrás en Venezuela.

En 2018, desde Cecodap se estimaba que al menos unos 849.000 niños, niñas y adolescentes aproximadamente se habían visto afectados por la migración de sus padres. Para el 2019 podemos afirmar que como mínimo este número aumentó a 930.020, pudiendo inclusive ascender a 943.117. Esto supone, en consecuencia, un incremento de 81.020 niños, niñas y adolescentes.

Si se adopta como base poblacional de niños, niñas y adolescentes la suministrada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de 11.030.473, podríamos hablar de un porcentaje de entre 8,43 a 8,55% del total de niños, niños y adolescentes del país. Esto significa alrededor de 25.000 aulas de clase, o más que la población entera del estado Nueva Esparta (828.185 personas).

Las remesas para los niños de la casa

Uno de los elementos críticos que impulsa a la migración forzada de venezolanos son las remesas familiares. Se aprecia que un 88,2% de los migrantes reporta enviar remesas para cubrir la manutención de los niños, niñas y adolescentes, describiendo un ligero aumento de 0,7% respecto al año 2018.

En ese sentido, el 42,2% de los encuestados reporta el envío de remesas entre 10 a 50 dólares por niño al mes. Sin embargo, el dinero enviado alcanza para dos dólares diarios por niño. Es decir, no puede afirmarse que sea un monto que permita satisfacer plenamente todos los requerimientos que estos puedan presentar.

Cecodap advierte que al momento de tomar la decisión de migrar muchos padres y madres desconocen cuánto será el monto que podrán enviar a sus familias, lo cual les lleva a tomar decisiones sin la información suficiente para mitigar los riesgos derivados de los procesos migratorios.

Globovisión

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