Moronta: “La mayoría de los venezolanos está pidiendo que ya no siga al frente del Poder Ejecutivo”

En la sede diocesana de San Cristóbal, Monseñor Mario Moronta leyó públicamente sendas cartas dirigidas a Nicolás Maduro, y a la Fuerza Armada Bolivariana, en la cuales conminó a dejar abierto el paso a nuevas elecciones con un nuevo Consejo Nacional Electoral, y a que permita la llegada de la ayuda humanitaria que ayude a paliar la profunda crisis que afecta nuestro país.

Fueron palabras graves, directas, francas y sin descalificaciones, en las cuales el alto jerarca católico describió el delicado panorama económico, político y social, criticando la ceguera oficial ante la misma, y la cual ha sido verificada de primera mano por el signatario de la misiva.

De otra parte, rechazó el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal cualquier solución bélica venga de donde venga a la coyuntura venezolana, e hizo un llamado permanente, que cada feligrés y sacerdote, a la paz que debe resonar en las celebraciones litúrgicas de los próximos días.

Afirmó monseñor Moronta que “debe escuchar al pueblo que está pidiéndole un cambio de orientación política. Le está pidiendo que se dé la posibilidad de una nueva dirección ¿Por qué no se arriesga a convocar a unas elecciones libres, con un nuevo CNE (constituido por representantes de todos los partidos políticos y por instituciones nacionales que tienen que ver con la academia, la economía, los obreros) y con la posibilidad de otros candidatos? Abra la puerta y póngase a un lado. La inmensa mayoría de los venezolanos está pidiendo que ya no siga al frente del Poder Ejecutivo. Es bueno recordar, al haber celebrado este 15 de febrero pasado 200 años del Congreso de Angostura, lo dicho por Simón Bolívar en su discurso: El sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.

De otro lado, aceptó el Obispo de San Cristóbal que estudia la posibilidad de ser parte mediadora entre las partes del conflicto nacional, si así se lo requiriese. También expresó su temor de que sus declaraciones acarrearan algún tipo de represalias; pero de antemano fijó responsabilidades en el Estado si eso sucediese en su persona, su familia o a los religiosos bajo su dirección.

“No es ningún secreto –sostuvo Moronta– que hoy atravesamos la más grave crisis política, económica, social y moral que azota al país. Negarlo es querer tapar el sol con un dedo o demostrar que se está encerrado en una cúpula de cristal. Sé que le disgusta a Usted y sus seguidores que se le hable de “crisis o emergencia humanitaria” Pero ¿cómo caracterizar la situación que golpea a la inmensa mayoría de nuestros hermanos? No se puede negar el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos. Hay hambre: muchas familias no comen lo necesario para poder alimentarse. Ha crecido la pobreza crítica y los índices de desnutrición son altísimos. Me imagino que a Usted eso no se lo informan. Asimismo, la salud se ve desguarnecida en todos los sentidos, desde la atención hospitalaria hasta la consecución de medicamentos. Hay muchos que están sufriendo por la falta de atención: es el caso de los enfermos renales por falta de diálisis y el de los enfermos oncológicos por no ser debidamente atendidos”.

Aceptando la tesis de la guerra económica reiterativa en los discursos oficiales, el Obispo fue un poco más allá: “es verdad, existe una “guerra económica” pero no contra el Gobierno ni las instituciones del Estado, sino contra el pueblo: la guerra de la corrupción que ha enriquecido a muchos que se denominan dirigentes y servidores de la nación; la del saqueo del así denominado “arco minero” que, amén de destruir la “Casa común de la Creación”, ha permitido que no pocos se llenen de las ganancias de la minería ilegal; la del olvido de las atenciones que hay que dársele al pueblo. Todo esto tiene sus consecuencias en el deterioro de la calidad de vida de muchísimos hermanos nuestros”.

En la misma línea del deterioro de nuestra economía a causa de la corrupción señaló que “yo me imagino que nunca le habrán señalado cómo en nuestra región tachirense se siguen aumentando las colas para adquirir la gasolina. Hasta 48 horas se necesita para tanquear un vehículo. El contrabando de combustible es escandaloso y casi “irreversible”, porque quienes tienen la misión de velar por la protección del pueblo o se hacen de la vista gorda o, sencillamente, tienen parte en el negocio. Sería bueno que el SEBIN, en vez de andar persiguiendo a quienes piensan diferente al Gobierno, se dedicaran a hacer labores de auténtica inteligencia: así podrían descubrir la presencia de grupos irregulares en el país, particularmente en nuestra región tachirense; de seguro descubrirían los “negociados” de muchos dirigentes y autoridades, así como de civiles, en torno a lo que es el contrabando de gasolina y otros insumos necesarios; además, si trabajaran como debe ser, podrían conseguir a los responsables y miembros de las mafias que trafican con personas y llevan a muchos jóvenes y adolescentes venezolanos a la prostitución en otros países, como si se tratara de una mercancía apetitosa. De verdad, ¿por qué el SEBIN no realiza una auténtica labor de inteligencia y contra inteligencia en nuestra región y en el país para detectar los males que golpean al pueblo y a sus responsables?”.

“La gente del pueblo está cansada, porque sigue siendo menospreciada. Hay represión de diverso tipo. Aunque no guste, la inmensa mayoría del pueblo, sufre una crisis de carácter humanitario. Se lo puedo atestiguar. No soy de los que está encerrado en oficinas, sino que camino por las comunidades, me encuentro con todos sin distinción. No ando rodeado de escoltas que portan armamento sofisticado para proteger al estado. Mi única escolta es la gente con la cual comparto y mi única arma la Cruz de Cristo. Y en todos los sitios donde voy, hablo, escucho y comparto. Ustedes hace mucho tiempo que no caminan libremente por en medio de la gente. ¿Por qué será? No hay que tenerle miedo al pueblo si de verdad uno forma parte de él”, sostuvo Moronta.

Hizo referencia a la invitación que se le hiciera al Papa Francisco para participar del diálogo nacional, cuando el Cardenal Pietro Parolin mencionó del incumplimiento de acuerdos y soluciones por parte del Gobierno, establecidos previamente con la Santa Sede.

“El Papa Francisco nos ha invitado a evitar un derramamiento de sangre. Ello depende de Usted en gran parte. ¿Por qué quiere asustar al pueblo con tantas alcabalas en las carreteras? ¿Por qué en el eje fronterizo se han colocado tantos piquetes de militares para “impedir” la entrada de ayuda humanitaria? ¿Es que acaso esos militares no son pueblo? Ellos están para defender a los hombres y mujeres de Venezuela y no para reprimirlos. ¿Sus asesores e informantes no le han dicho que la gente está resteada? Evite el derramamiento de sangre; deje a un lado la persecución a los disidentes; escuche y sienta el padecimiento de un pueblo que quiere libertad y justicia, pero con dignidad y sin opresión. Usted suele hablar de las influencias del “imperio”. Soy de los que creo que debemos reafirmar continuamente nuestra independencia y autonomía. Pero eso es válido también para aquellos países que quieren imponer en Venezuela una ideología que rompe con la integración latinoamericana, desvaloriza a la persona humana y destruye la grandeza de una sociedad. No nos sigan hablando del “mar de la felicidad” cuando estamos en medio de un océano de inquietudes, desesperanzas y destrucción”.

Dio su espaldarazo a la ayuda internacional, y no aceptó que se tildara de traición a la patria aceptar tal ayuda.

“El pueblo le pide que escuche el clamor que proviene de sus sufrimientos, por el hambre, por la falta de medicamentos, por la hiperinflación, etc. Atrévase a escuchar a ese pueblo que quiere ser tratado con dignidad y justicia, pero en paz y sin revanchismos. Si Usted lo escuchara, podría sensibilizarse y así permitir que quienes quieren ofrecer una ayuda humanitaria, lo realicen: es el bien del pueblo, no el de un grupito lo que de verdad interesa. Pedir y recibir la ayuda de ese tipo no es ninguna traición a la patria; sino un deber moral a favor de la dignidad de las personas que no tienen medicamentos, alimentos y otros insumos necesarios. Atrévase a oír al pueblo venezolano. No impida la ayuda que podemos darnos entre nosotros y la que se pueda recibir de otros países e instituciones internacionales. No diga que no es necesario. Fíjese en algo delicado: a muchos sacerdotes y laicos, instituciones de esta región acuden silenciosamente un sinnúmero de oficiales de las Fuerzas Armadas, de los altos puestos del Gobierno, para que les podamos conseguir, en Cúcuta, medicinas para ellos o sus familiares, alimentos, etc. Ciertamente que no se lo dicen por miedo”.

La Nación

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