Un exorcismo mollejúo. Por Eugenio Montoro

Por estos días circulaba en WhatsApp una noticia donde un cura español, especialista en el oficio, recomendaba un “exorcismo magno” para sacar a los malos espíritus y el bojote de demonios que martirizan a la pobre Venezuela.

Aunque no pudimos leer el artículo completo pues de repente se fue la línea del celular, el cura es famoso por hacer este tipo de cosas raras y fue notorio con el caso de una joven poseída por varios diablos, que le costó varios años de trabajo para sacarlos, y que tuvo una cobertura periodística de detalle.

Para beneficio de los que no conocen del tema y no vieron la horrorosa película, diremos que el exorcismo es una práctica muy antigua en la Iglesia católica y aunque se ha venido a menos, aún se practica. En palabras cortas, se trata que una persona normal empieza a comportarse raro, a hablar diferente, a decir que es un diablo y cosas así. Esto viene a llenar de problemas a la familia y al principio pensar que se le fueron los tapones al familiar y se volvió loco.

Pero algunas familias creyentes en demonios buscan entonces la ayuda de algún cura y a veces ocurre que aparece un cura exorcista que, a través de paciencia, conjuros y rezos, hace que el diablo se marche y la persona vuelva a la normalidad. Los escépticos dicen que se trata de un problema de la mente y que el exorcismo es solo una terapia chapucera, pero en fin, de que vuelan, vuelan,

Aunque toda Venezuela está poseída por estos diablos rojos, el Zulia en general y Maracaibo en particular deben tener varios de los peores, ya que no hay explicación racional para tanta vaina mala junta.

Por ejemplo, desde hace mucho tiempo tenemos racionamiento de electricidad. Con sus variantes, a cada maracucho se le iba la luz por cuatro horas diarias. Cuando ya lo habíamos casi aceptado como forma de vida, ocurre un incendio debajo del puente sobre el lago que resulta ser a consecuencia de un problema en unos cables de transmisión eléctrica.

Desde ese día el racionamiento aumentó de cuatro a veinte horas diarias y nadie tiene mucha idea de cuando volveremos a nuestro mal menor de aquellos deliciosos cortes de apenas cuatro horas. El tráfico por el puente se ha restringido por las reparaciones del pavimento y nadie sabe que se hará con el cable roto, si dejará así o se hará algún parapeto.

La restricción del servicio eléctrico afecta a todos de una manera tan grande que aún estamos por entender la magnitud. Por lo pronto conservar alimentos refrigerados es casi imposible.

Las comunicaciones también se han visto seriamente afectadas incluyendo los puntos de venta. El suministro de combustible ha pasado de muy malo a peor y hay una sensación de tragedia en hospitales, edificios con ascensores, en todo el comercio y en las pocas empresas que van quedando.

Pero los acontecimientos no detienen a los rojos en su empeño de seguir diciendo estupideces. Resulta que la versión oficial es que este despelote es, otra vez y por enésima vez, producto de un malvado sabotaje. Corpoelec debería oír a la población en las muchas colas, haciendo chistes y burlándose del “sabotaje” que siempre explica todo.

Este sistema de gobierno no funciona. Cualquier presidente sensato renunciaría, pero la posesión demoníaca del fanatismo marxista se lo impide.

Habrá que hacerle un exorcismo a Maracaibo. Uno mollejúo por que la cosa es mollejúa. Y que luego se riegue.

 

DC / Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

 

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