Lo atacó un tiburón, un oso y una serpiente en menos de cuatro años (y vive para contarlo)

Suele decirse que un rayo no golpea dos veces en el mismo lugar. Sin embargo, Dylan McWilliams, un joven de 20 años de Colorado (EE.UU.), no puede estar más en desacuerdo con este dicho popular, ya que, en menos de cuatro años, ha sido atacado por un tiburón, un oso y una serpiente de cascabel.

El ataque más reciente ocurrió este jueves, cuando surfeaba en la isla de Kauai, en Hawái, y fue mordido por un tiburón. «Al principio me entró el pánico. No sabía si había perdido la mitad de la pierna o qué», recuerda McWilliams en una entrevista con Honolulu Star-Advertiser.

Dylan le dio una patada al escualo —cree que era un tiburón tigre— y se lanzó a nadar desesperado hacia la orilla. «Esa fue la parte más aterradora. No sabía dónde estaba el tiburón, y no sabía si volvería a por mí», confiesa el joven.

Una vez en la playa, sus llamadas de ayuda llegaron a oídos de una mujer que llamó a los paramédicos. Por suerte, sus heridas no eran graves: presentaba cortes profundos que requirieron siete puntos de sutura.

«Mis padres están agradecidos de que aún siga vivo»

El incidente se produjo nueve meses después de que McWilliams fuera atacado por un oso negro de casi 140 kilos mientras dormía al aire libre en un campamento de verano cerca de Ward, Colorado. El animal le mordió el cráneo, le agarró por la cabeza y lo arrastró unos 12 pies (unos 2,7 metros) desde el lugar donde estaba durmiendo, mientras el joven hacía lo posible por defenderse golpeando al animal que, finalmente, lo soltó.

La suerte estaba de su parte, al igual que hace tres años y medio, cuando una serpiente de cascabel lo mordió durante una caminata por Utah. Afortunadamente, el reptil solo le inyectó una pequeña cantidad de veneno en la pierna, aunque fue suficiente para que estuviera enfermo un par de días.

Como era de esperar, McWilliams pasa mucho tiempo al aire libre. Trabajó como recortador de árboles y es instructor de supervivencia que ama los viajes prolongados en la naturaleza.

«Mis padres están agradecidos de que aún siga vivo», cuenta el joven, que aún no sabe si es «muy afortunado» o «realmente desafortunado».

 

DC / RT

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