Reflexiones: Walter Martínez y Dossier. Por Luis Acosta

Durante muchos años leímos sin falta en el diario El Nacional de Caracas, al abogado y periodista zuliano Alfredo Tarre Murzi en su famosa columna, de los días martes y jueves, Palco de Sombra. En una ocasión le preguntaron a Alfredo, alias Sanín, cómo hacía para producir a diario 10 artículos diferentes para igual número de periódicos nacionales y revistas extranjeras. El respiró hondo y profundo, y contestó: “leyendo los periódicos!”. Eran los años setenta y su popular columna, donde el desarrollaba libremente sus conceptos e ideas, era la más leída entre las sociedades y círculos de lectores de la nación. Desde ese entonces, nos copiamos de esta agudeza ajena dada la virtuosa posibilidad de colocar a miles de profesionales a su servicio. Siendo así, en estos días seguimos con interés un aviso televisivo del Sr. Walter Martínez, y su astuto Dossier, que anunciaba una entrevista a un invitado de lujo que resultó ser el catedrático, hombre joven e interesante, Dr. Vladimir Álvarez Salas. De verdad, ya por su nombre podíamos inferir, dentro del argot de dirigentes, su posible filiación política y su formación ideológica.

Reconocemos nuestra simpatía por la forma y modelo televisivo de Walter y su Dossier, pero su contenido no es equilibrado ni dado a la grandeza, sino sesgado y, además, dirigido y orientado, con aguda destreza,  hacia el fin que se ha propuesto, pensado y trazado. De suerte pues, que la entrevista con Vladimir fue un monólogo sobre política y petróleo con bastante espacio dedicado al paso de las compañías transnacionales Creole, Shell, Mobil, y otras, por Venezuela. En cuanto a esta parte, por decir lo menos, afirmamos que fueron años exquisitos e industriosos y hermosos para el país, es decir, regalías, trabajo e impuestos y con dólares a Bs. 3.35. Vivíamos felices y seguros, tanto que en Margarita las familias dormían “a puertas abiertas” en sus casas y un jamón  Ferris costaba Bs 100.

Ahora bien, oyendo y viendo a Vladimir sin parar, y a Walter sin hablar durante toda la entrevista, recordamos nuestra visita por los años setenta a Moscú, Minsk y Kiev, en la Unión Soviética, y a San Francisco, Los Ángeles, Houston, Chicago y New York, en USA, la comparación resulta en una abismal diferencia en años de progreso, desarrollo, viviendas, vías, comunicaciones, tecnología y calidad de vida. La diferencia es cuantitativa y cualitativamente astronómica a favor de los Estados Unidos y nos convencen de que tal enormidad en el crecimiento de un pueblo y su nación no puede ser producto único del “comprar barato y vender caro”, como se endilga a los gringos, sino de un trabajo continuo de originalidad como Lincoln y de seguidores como Roosevelt y Eisenhower; contando, además, con la ayuda de latinos, europeos, asiáticos, africanos, cristianos, musulmanes y judíos. Esto fue tan patético que para el año 1968, en la frontera de Rusia con Finlandia y vía a San Petersburgo, no habían carreteras asfaltadas, ni baños públicos, ni servicios gasolineros. Las guías del autobús turístico invitaban al pasaje a internarse en el monte: “las mujeres a la izquierda y los hombres a la derecha”. Así que, volviendo a la entrevista, Walter estuvo presentando el performance académico de Álvarez Salas, largo, llamativo e impresionante. Sin embargo, Vladimir se volvió un “sabio escondido” cuando no fue capaz de valorar con desprendimiento humano y profesional, una sola materia desarrollada en su entrevista, ni en lo cívico, ni moral, de éxito comunal y político; ni de interés mundial, ni de protector colectivo que demostró ser después de la 2da. Guerra Mundial, al punto de que, con aciertos y desaciertos pero con nobleza y amplia fraternidad, el Presidente Roosevelt concibió la ONU como elemento y esquema de Paz entre los pueblos.

Sin embargo, vale anotar, a estas alturas, que ninguna civilización se ha sostenido en el espacio y tiempo solo robando a los demás. Los pueblos de Atila murieron en el camino; igualmente, la Roma de Nerón fue un fracaso. No creemos en la santidad de los musiús, mas, como ven, Walter y Vladimir saben mucho pero reparten poco y sus contrarios no se invitan a Dossier para comparar las posiciones. ¿Será porque al comparar pierden en todo? Por ejemplo, creemos que Dossier debería invitar al Dr. Ricardo Hausmann, de Harvard, para discutir con él y Vladimir las realidades de USA, Rusia, el Mundo y Venezuela. ¿Se atrevería Martínez?

 

DC / Luis Acosta

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