Reflexiones: La historia política de Venezuela, por Luis Acosta

América debe su nombre al navegante florentino Américo Vespucio, quien cruzando aguas profundas pudo llegar a las costas de Brasil en 1497. Prevaleció América, como nombre de las tierras descubiertas, pesar de ser llamada, además, Indias Occidentales, Nuevo Mundo y Nuevo Continente. Eran los Reyes Católicos de España los dueños de Europa y quienes organizaban y financiaban la mayoría de las expediciones que salían a la conquista de tierras y mundos desde diferentes puertos europeos. Colon hizo méritos bastantes y continuos para que América se llamara Colon y, sin embargo, no fue así. Por su parte, Bolívar olfateó la vía que más cerca y  conveniente tenía hacia el camino de perseguir su gloria: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Las distancias eran conocidas, los obstáculos serían superados, los financiamientos todos se lograban. La valentía existía y estaba  comprobada. Los hombres a caballo querían patria, nación y libertad. Mientras tanto, los soldados de a pie penetraban selvas, atravesaban ríos y conquistaban tierras. Las armas, en principio, eran sus propios valores y fuerzas. Todo esto lo dirigió y conquistó Don Simón. Para ello, pareció haber preparado sus soldados y  sus jefes: Páez y sus Queseras del Medio; Sucre y su Ayacucho; Santander y su fuerza pública; Urdaneta y Padilla en el Lago de Maracaibo, mientras él defendía el Centro, Carabobo y Caracas.

Pero a Bolívar le quitaron a Sucre, le robaron a Mariño; Santander se le anarquizó; Urdaneta estaba lejos. A Páez le toco pelear en Urica contra Boves que, además de guapo, sabia pelear. Por otra parte, el Tigre encaramado murió joven y Girardot se inmoló empezando las batallas. Muchos no llegaron al final del triunfo y las tareas se cumplieron más en lo individual que en lo colectivo. El que batallaba en Venezuela, su familia la enclaustraba en Ecuador. Al colombiano no le gustaba el Perú y en Bolivia Sucre y Bolívar lo hicieron todo.

Bolívar más pasaba meses en Colombia que días en Venezuela.  Los líderes colombianos, encabezados por Santander, no daban tregua a la enemistad con Simón Antonio de la Santísima Trinidad. En sí, bajar a Caracas o subir al Ecuador era abandonar a Colombia. Cuando se formó la Sociedad Patriótica en 1810 (1810-1811), Miranda, Urdaneta, Andrés Bello, Germán Roscio, López Méndez, Francisco Espejo y los hermanos Salias circulaban alrededor del Liberador. Pocos otros se agregaron. Algunos se identificaban o no había más. Por lo tanto, no se oteaban numerosos elementos secundarios o circunstanciales. Pero Bolívar, siendo un pedagogo natural, con las bases que habían sembrado en él los maestros Simón Rodríguez y Andrés Bello, no tuvo tiempo de preparar sus cuadros políticos. En efecto, Páez tocaba el piano pero poco entendía de política pública. El estadista Antonio José de Sucre, quien era su hombre de confianza, los enemigos políticos acabaron con su joven vida y su sana y preclara inteligencia. Por cierto, así son las cosas y los caprichos del destino: la muerte se llevó  a su mano derecha y su herramienta humana para bajar a preparar los ciudadanos porque los patriotas ya existían pero unos y otros se formaron precariamente.

La prematura muerte en 47 años de un hombre espectacular como Simón Bolívar, acabo con la fuerza que por sí sola el producía y tenía. Además, rompió el seguimiento y la fila política nacional se vio interrumpida. La república, de alguna manera, perdió todo. En efecto, se quedo sin líderes, y los proyectos políticos fueron a parar a los archivos históricos y las gavetas privadas. Solo aparecieron sus valiosas cartas regadas por Colombia Ecuador, Haití y Venezuela. Así, tuvimos garras pero faltaron pensadores. Habían patriotas, pero no suficientes.

A Venezuela le falta, y siempre le faltó, cohesión y dolientes; ya lo había medido Bolívar cuando dijo “Venezuela un cuartel, Colombia una universidad”. Además, Bolívar mismo, luego de su vida guerrera, proba, austera, incomparable en lo institucional y en trabajos, peleas, logros y milagros, murió arrimado porque nadie lo recogió salvo un tío que le cedió San Pedro Alejandrino en Santa Marta para, abandonado, pobre y decepcionado, morir bajo el cuidado médico del Dr. Prospero Reverend. Fue Simón Bolívar quien en vida prefirió el título de Ciudadano de la República que el título de El Libertador de 5 naciones y cuyas batallas le costaron su corta y legendaria vida.

 

DC / Luis Acosta

 

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