Comida del PAN era ‘peligrosa’ e insana

La comida deshidratada que compró el Programa de Ayuda Nacional (PAN) para niños pobres de edad preescolar, escolar y pre media no era un dechado de virtudes.

Por solicitud de la Contraloría, el Ministerio de Salud (Minsa) y el Hospital del Niño emitieron recientes criterios acerca de la calidad de esos alimentos.

En ambos casos, los dictámenes fueron en su contra. De hecho, el Minsa hasta encontró que su consumo era peligroso en niños por el alto contenido de sodio, algo que pudo haber puesto en peligro la presión arterial de los menores.

Además de ello, la comida ni era nutritiva ni ofrecía las mínimas calorías necesarias para un almuerzo escolar, ello a pesar de que esa fue la excusa para cambiar los programas de nutrición del Ministerio de Educación y del propio PAN.

El 6 de julio de 2011, después de innumerables quejas que produjo el consumo de estos alimentos, el PAN envió muestras al Instituto Conmemorativo Gorgas para su análisis.

El 27 de julio de 2011 llegaron los resultados al PAN, aunque no eran sobre la calidad alimenticia de la comida deshidratada, sino sobre la presencia de bacterias como coliformes, o Bacillus cereus o Salmonella, lo cual dio negativo, pero sí positivo en glutamato monosódico, un ingrediente peligroso. Pero nada se hizo.

DIETA

Cuando el Programa de Ayuda Nacional (PAN) decidió en 2010 cambiar la dieta de los estudiantes de escuelas oficiales de los niveles preescolar, primaria y premedia en las comunidades más pobres del país, su objetivo era –en papel– brindarle a los alumnos calorías y proteínas suficientes para “un mejor aprovechamiento y rendimiento educativo, minimizando la deserción escolar”. Objetivos loables, pero que escondían fines ulteriores.

AUMENTA LA DESERCIÓN

Como es sabido, el PAN gastó 60 millones de dólares en 2010 en comida deshidratada, pero el fracaso de todo el proyecto fue tan mayúsculo como escandaloso fue el malgasto en ese programa.

Estudiantes de escuelas rurales de todo el país rechazaron el consumo de estos alimentos, no solo por su mal sabor y olor, sino por los

trastornos de salud que les producía.

Y al mismo tiempo, provocó deserción escolar en zonas rurales remotas, en especial comarcales. Los comedores escolares tienen el doble propósito de hacer que los padres de familia envíen sus hijos a la escuela, al tiempo que los dotaban de una dieta apropiada, que de otra forma quizás no pudieran consumir por la estrechez económica.

Así que aquello de “minimizar la deserción escolar” fue un objetivo que nunca estuvo cerca de cumplirse.

Prueba de ello son las cartas de padres de familia y docentes dirigidas al PAN y al Ministerio de Educación (Meduca), en las que daban cuenta de que la comida estaba provocando problemas.

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