Cuando el estado es criminal, por Golfredo Dávila (@golfredodavila)

Durante el año 2006 la Fundación Venezuela Positiva publicó el libro “cuando el Estado empobrece a la nación”, hoy no habría que hacer mucho ejercicio intelectual para hacer otro que se titule “cuando el Estado es criminal”. El año pasado el abogado y criminólogo Fermín Mármol García planteó la existencia de cinco micro Estados de violencia en nuestro país y decía que la violencia se había convertido en un problema de salud pública, pero al parecer la realidad es más cruda, porque esos micro Estados tienen padre.

 

El crimen no es parte del todo, es el todo, esas instituciones son dirigidas, coordinadas y apadrinadas por políticas, por conductas y por hombres que controlan el Estado. No es un problema de impunidad como parece, tampoco de complicidad, lo cumbre es que son políticas de Estado. Cuando eso ocurre, los delitos como el que se traga la luz roja del semáforo, el bachaqueo, la especulación coordinada y anárquica, tan sólo por nombrar algunos de los que afectan al conglomerado nacional, son como un piropo indecente.

 

Los cinco micro Estados que menciona Mármol García, son: 1. la República de los pranes que dirigen desde las cárceles infinidad de delitos, entre los más comunes, trata de blanca, extorsión, secuestro, tráfico de drogas, cobro de vacuna y sicariato; 2. la presencia y control que tienen las guerrillas en Venezuela, que por nombrar sólo un ejemplo, en municipios del Zulia funcionan como instituciones públicas a quienes habitantes de la comunidad remiten quejas y o sirven de intermediarios frente a alguna querella entre familias o en la comunidad; 3. los Pseudo-sindicatos de la construcción; 4. los colectivos armados, que funcionan como órganos parapoliciales y 5. las mega bandas criminales. Habría que anexar; el poder que tienen las mafias incrustadas en las universidades; contrabando de gasolina y una especie de cultura del crimen que se desarrolla en conglomerados humanos como por ejemplo en el mercado Las Pulgas en Maracaibo, que es como una cárcel, que para sobrevivir al status de la violencia, tienes que serlo o al menos parecerlo.

 

Y cuando hablamos de que Venezuela ya es un importante puente internacional del narcotráfico, que los carteles controlan al gobierno, que existen conexiones con otros Estados-gobierno con prontuarios más antiguos, ejemplo la mafia rusa, de los miles de millones de dólares que venezolanos tienen en bancos en el exterior; o gobiernos a escala latinoamericana, que si no están conectados por los hilos de la corrupción y el crimen al menos lo taparean para salvaguardar intereses propios. Decimos entonces que el delito es una especie de política de Estado supranacional, es un imperio que opera a escala global, que envuelve pugnas internacionales por su control.

 

En un país bizarro, las instituciones del crimen actúan apegadas a derecho, falta que la Constitución y las leyes lo hagan letra. El antivalor es la norma, si tu estudias y te preparas para brindar su aporte al país, pues salario mínimo contigo, si bachaqueas logras ingresos formidables, si te portas mal eres contratado, si eres un buen ciudadano, respetuoso, de buenas costumbres, honrado, critica las cosas malas, eres un delincuente execrable. Y no es un invento, porque muchos de quienes han opinado o han protestado contra esa política de terror, hoy están presos.

 

Le queda a la sociedad la gran tarea de persistir por sustituir al Estado criminal, cosa que se logrará en forma progresiva, a través de instrumentos como la participación, la unidad y uno clave en estos tiempos, el voto, ejercicio libre no sujeto a chantaje.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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