Autoridades descartan hallar más sobrevivientes en Oklahoma

El jefe de bomberos, Gary Bird, afirmó que estaba “98% seguro” de que no había más sobrevivientes ni cadáveres que recuperar debajo de los escombros en el pueblo de Moore.

Agregó que todas las viviendas destruidas habían sido revisadas por lo menos una vez y que tiene la esperanza de que el trabajo se complete para la noche del martes, aunque las lluvias torrenciales podrían dificultar el esfuerzo.

Bird indicó que no se había hallado ni sobrevivientes, ni víctimas desde el lunes por la noche. Los trabajadores pintaban una X en cada estructura para indicar ya había sido revisada.

Inicialmente las autoridades informaron que el balance de muertos era mayor porque algunas de las víctimas al parecer fueron contadas dos veces en medio del caos reinante por la tormenta, dijo Amy Elliot, portavoz de la oficina del médico forense. La caída de los tendidos de comunicaciones y los problemas para compartir información con las autoridades exacerbó el problema, señaló.

Entre las víctimas hay nueve niños. Más de 200 personas fueron atendidas en hospitales locales.

“Reconstruiremos y recuperaremos nuestra fuerza”, aseveró la gobernadora Mary Fallin, quien hizo un recorrido aéreo por la zona e indicó que “es doloroso verla”.

El devastador tornado, que llevaba vientos de hasta 320 kilómetros por hora (200 mph), redujo las viviendas a rumas de madera astillada en Moore, un pueblo situado en la región central de Estados Unidos, conocido como Callejón de Tornados. Menos del 1% de los tornados ha llevado vientos de esa velocidad.

El Servicio Meteorológico Nacional dijo que el tornado tenía categoría EF5 en la escala Fujita revisada, el tipo más potente de tornado. Es el primer EF5 que se presenta en el 2013, dijo la vocera Keli Pirtle.

En Washington, el presidente Barack Obama prometió que el gobierno brindaría ayuda.

“En un instante los vecindarios quedaron destruidos, decenas de personas perdieron la vida, mucho más sufrieron lesiones”, dijo Obama. Entre las víctimas hubo niños que intentaban refugiarse en el lugar más seguro que conocían, su escuela”, destacó.

La localidad de Moore “necesita recibir todo lo que necesite de inmediato”, agregó.

Obama hizo sus declaraciones al término de una reunión con su equipo de respuesta ante desastres, que incluye a la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, e importantes funcionarios de la Casa Blanca.

El fenómeno atmosférico dejó cientos de cuadras destruidas y en la obscuridad, una comunidad de 41.000 habitantes, a 16 kilómetros (10 millas) al sur de Oklahoma City.

Nuevos equipos de búsqueda y rescate entraron en acción el martes al amanecer para reemplazar a los 200 rescatistas que trabajaron toda la noche a la luz de un helicóptero.

Otras cuadrillas centraban sus esfuerzos en la escuela primaria Plaza Towers, donde la tormenta arrancó el techo, derribó paredes y convirtió el patio de juegos en una masa de metales y plásticos retorcidos mientras maestras y alumnos se acurrucaban en pasillos y baños.

Siete de los nueve niños muertos perdieron la vida en la escuela, mientras que otros fueron rescatados con vida debajo de un muro derribado. Los socorristas fueron extrayendo a los sobrevivientes mediante una cadena humana de padres y voluntarios.

Las autoridades seguían tratando de dar razón de un puñado de niños no hallados en la escuela que pudieran haber sido retirados temprano por sus padres, dijo Bird, el jefe de bomberos.

En un principio, muchos padres de niños escolares desaparecidos fueron a la iglesia metodista unida de San Andrés, que se estableció como un lugar de concentración. Pero solamente estudiantes de secundaria fueron llevados al templo, lo que provocó confusión y frustración entre los padres de los niños inscritos en Plaza Towers. Los redirigieron a un templo bautista a varios kilómetros de distancia.

“Había emociones intensas: algunos se sostenían unos a otros, llorando porque no podían hallar a un niño. Otros estaban enojados y lo expresaban verbalmente”, dijo D.A. Bennett, pastor de San Andrés.

Después de oír que el tornado se dirigía hacia otra escuela llamada primaria Briarwood, David Wheeler salió del trabajo y manejó 160 kilómetros (100 millas) bajo una cortina de lluvia y viento en busca de su hijo de ocho años, Gabriel. Cuando llegó a la escuela “era como si hubieran barrido la tierra, como si el pasto acabara de ser arrancado”, dijo.

A la larga halló a su hijo sentado junto a la maestra que lo había protegido. Tenía cortes en la cabeza y moretones, pero estaba vivo. Al aproximarse el tornado, los estudiantes de Briarwood fueron dirigidos primero a las aulas, pero una maestra de tercer grado —a quien Wheeler identificó como Julie Simon— supuso que no eran seguras y metió a los niños en un armario, dijo.

La maestra protegió a Gabriel con sus brazos y lo hizo acurrucar al tiempo que el tornado derribó el techo y comenzó a succionar a los alumnos con una fuerza ascendente tan fuerte que a quienes tenían gafas se las voló, dijo Wheeler.

DC/Panorama

 

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