Balance rojo: seis presos políticos han muerto bajo custodia del Estado venezolano

Este jueves se conoció que un joven de apenas 20 años que respondía al nombre de Virgilio Jiménez, preso político, murió en la cárcel de Uribana.

Desde 2017 el preso político sufría de paludismo, pero no se le brindó la atención médica adecuada. Con su muerte, la cifra de presos políticos muertos bajo la custodia del Estado asciende a seis personas.

El primer preso político que murió bajo la custodia del Estado fue Rodolfo González, conocido como el Aviador. Ocurrió el 13 de marzo de 2015 en una celda del Sebin de Plaza Venezuela, en Caracas.

González, de 63 años, se encontraba detenido desde el 26 de abril de 2014 luego de que un “patriota cooperante” lo acusara de conspirar contra el Gobierno.

PRESO POLITICO EL AVIADOR
Rodolfo González, El Aviador. Foto/ Archivo.

El tribunal de la causa le imputó el delito de “asociación para delinquir”; pero Nicolás Maduro, en cadena de radio y televisión, lo acusó  de ser “el cerebro de las guarimbas”.

El 13 de marzo de 2015 González murió estando en el Sebin. Las autoridades informaron que se suicidó ahorcándose con una sábana.

En septiembre de 2017 el preso político Carlos Andrés García, concejal apureño y dirigente de Primero Justicia, murió al ser trasladado tardíamente a un centro asistencial.

Carlos Andrés García, preso político. Foto/ Archivo

García presentó un accidente cerebro vascular y no fue atendido a tiempo.

En 2018 los casos no solo se incrementaron notablemente sino que presentaron características muy particulares: Fernando Albán (08-10-18), Modesto Díaz (04-11-18) y Nelson Martínez (04-11-18) murieron por diferentes causas, pero con un factor común: eran presos políticos y estaban bajo la custodia de las autoridades del Sebín.

Albán, concejal de Primero Justicia y asesor del diputado Julio Borges, de acuerdo a la versión del Ministerio Público se suicidó lanzándose del piso 10 de la sede del Sebín de Plaza Venezuela.

Concejal Fernando Albán. Foto/ Primero Justicia

Martínez, exdirectivo de Pdvsa y militante del Psuv, presentó graves problemas cardíacos, pero desde su detención nunca recibió atención médica adecuada.

Lo mismo ocurrió con Díaz, un humilde trabajador de 63 años que se encontraba detenido en El Helicoide por haber protestado en contra del régimen de Maduro.

Muertos por desidia gubernamental

Según el Observatorio Venezolano de Prisiones, en el Centro Penitenciario David Viloria, mejor conocido como cárcel de Uribana, al norte de Barquisimeto, estado Lara, han fallecido ocho internos que presentaban paludismo.

“Virgilio Jiménez fue trasladado la tarde de este martes a la emergencia del Hospital Central Antonio María Pineda muy deshidratado, estaba evacuando líquido y con coágulos de sangre y presentó hemorragia”, informó el OVP.

Yoliani Uzcátegui, hermana de Jiménez, relató que la última vez que lo vio fue en diciembre pasado, debido a que la visita del mes de enero no se pudo realizar.

Agregó que, cuando podía, Jiménez la llamaba por teléfono, y que en una oportunidad le informó que presenta mucha fiebre y que necesitaba medicamentos y comida.

“La comida que nos dan tiene cucarachas y a veces tiene gusanos”, contaba el joven cuando hablaba por teléfono con sus familiares.

Uzcátegui relató al OVP que llevó los medicamentos al penal a fin de combatir el cuadro febril que presentaba su hermano, pero no se los dejaron pasar.

Jiménez participó en las protestas contra el régimen de Maduro que tuvieron lugar en el país en 2017. Fue detenido en el sector denominado Las Trinitarias, al este de Barquisimeto.

Sus familiares aseguraron que le colocaron unas bombas lacrimógenas y lo imputaron por terrorismo. Su caso fue ventilado en el Tribunal de Control de Violencia del estado Lara. Nunca fue llevado a la audiencia de preliminar.

Jiménez, conocido entre sus amigos como el León, vivía en El Ujano y era el menor de dos hermanos.

El artículo 19 de la CRBV establece que el Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos.

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