En el Vaticano evocan al Saladillo. Por Eneida  Valerio Rodríguez (@eneidavalerio)  

Nació en El Saladillo y se ordenó como sacerdote en el Seminario Santo Tomas de Aquino de San Cristóbal una ciudad que por estos tiempos, comparte con Maracaibo las desventuras de los  inútiles servicios públicos y otras tantas calamidades incrementadas por las condiciones de tierras fronterizas del occidente nacional. Pero al mismo tiempo, ciudades que no se entregan en medio de sus penurias, aunque la desesperanza ponga en riesgo la lucha de sus hijos.

En El Saladillo, la Virgen de Chiquinquirá le inspira desde niño y le mantiene conectado a la famosa barriada maracaibera, corazón de esta devoción, una de las más importantes del país. La Chinita, o la jefa, como también, la define acompaña con precisión su lema sacerdotal: “Hágase tu voluntad”. Bajo esta convicción, transcurre la vida de servicio  que le facilita el sacerdocio.

Mons. Edgar Parra Peña desde esta concepción cristiana, ha desempeñado en el servicio exterior del Vaticano una intensa vida en sus 48 años de edad. Nació el 6 de marzo de 1960.

Estaba de presbítero en El Moján, y de allí  pasó a Roma donde regresa por tiempos  de vacaciones para evocar su Saladillo de cuna multicolor y aves sonoras. Junto a este despertar, recuerda los bollos pelones, el café  temprano y otros aromas y olores  característicos de las mejores tradiciones de  aquel populoso  barrio inspiración de poetas, bardos y compositores. Allí, en este recordar se mezcla la gaita, confiriéndole el mejor espíritu zuliano.

En el tiempo de gaitas, que le gustan en extremo, los recuerdos llenan sus días zulianos. El mismo, de las tradiciones ancestrales y de expresiones cantadas desde el afecto de sus padres; Robinson Parra y Adela Peña.

Este zuliano, desde el pasado 15 del presente, ocupa como venezolano por vez primera el cargo de; Sustituto para Asuntos Generales de la Santa Sede. En orden jerárquico, es el tercer cargo a nivel de la Santa Sede. Mons. Parra Peña, tiene 48 años cargados de una larga experiencia en asuntos  de la diplomacia vaticana, también la más antigua y en consecuencia, la de mayor estirpe.

Esta rica experiencia en Roma, que inicia bajo la devoción a la Chinita, se consolida en su experiencia en la ONU en Ginebra y en las Nunciaturas Apostólicas de Sudáfrica, México y Honduras. En México, la Guadalupe le tocó  de nuevo su fibra mariana. La virgen morena mexicana como la tablita de la Chinita le seduce el fervor.

Sus funciones como Nuncio Apostólico en Paquistán y Mozambique le valieron el conocimiento y acercamiento con los papas; San Juan Pablo II, Benedicto XVI a quien reconoce su valentía para  dejar su papado al entender de las dificultades humanas para continuarlo. Con el papa Francisco, alcanza esta posición eclesial.

Siente una proximidad con el papa Paulo VI canonizado  este mes junto al salvadoreño Mons. Arnulfo Romero, quien fuese asesinado en plena celebración eucarística en la catedral de San Salvador. Dos santos que S.S. Francisco ha mostrado como tantas personalidades que se esfuerzan por lograr la santidad a través de la  fe y las obras de amor como dice San Agustín, porque solo la  primera virtud, no existe sin la segunda.

Mons. Edgar Parra Peña este año, verá de cerca la procesión de la virgen Chinita que por tercer año consecutivo, cumplirán sus devotos en Roma, el venidero noviembre. Posiblemente, la nostalgia del Saladillo con su carga  de emociones festivas, vuelva a inspirar los deseos del país de lograr  apoyo importante en medio de su carga de angustia, de la iglesia  universal desde la santa sede. También una  contribución fundamental para empujar la tan deseada beatificación del Dr. José Gregorio Hernández  y aupar a la iglesia venezolana en su esfuerzo por alcanzar mejores condiciones para el ciudadano en estos difíciles momentos.

El mismo ciudadano que padece cada día más pero aún así, se levanta cada día para sacudir la desesperanza en actos de solidaridad de forma de poder completar en servicio al prójimo el mecanismo de protección social.

Mons. fue  estudiante de Teología en el Seminario Santa Rosa en Caracas bajo la dirección del emérito Cardenal Jorge Urosa Savino, un verdadero  servidor en la defensa de los Derechos Humanos del venezolano.

Eneida Valerio Rodríguez / @eneidavalerio  

 

 

 

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