Reflexiones: Jerusalén, Parte II. Por Luis Acosta

Siguiendo con la idea de proponer un acuerdo que lleve la Paz al Medio-Oriente, continuamos con la segunda parte del tema Jerusalén:

El arreglo de hoy tiene que ir más allá de los solos derechos, pues lo más importante es solucionar el problema de una vez por todas. Entonces, los valores éticos deben sustentarse en bases políticas y filosóficas antes que de derechos legales ocultos, de improbable determinación y que no se han podido establecer por centurias y milenios. Por eso queremos desarrollar un ejercicio de solución atrevido pero que, para hacerlo posible, debe ser impulsado por las voluntades abiertas de las partes, bajo el esquema siguiente:

  1. a) Establecer como necesario modernizar el viejo Jerusalén para darle una remozada exquisita que indique o señale lo que representa para el mundo y lo mágico y virtuoso de su eterna vida para ponerlo “a tono” no con los chinos, rusos o norteños, judíos y palestinos, sino con DIOS.
  2. b) Se precisa desatar el nudo gordiano de esta diferenciación que es el Jerusalén de todos, pero con indicadores históricos ordenadores.
  3. c) Para parar las divisiones, se establecería que el dominio patronal de la ONU siga manejando el Jerusalén moderno con su turismo, valores actuales y singulares por los próximos 40 años.
  4. d) Con el producto económico de la ciudad moderna y otros ingresos significantes de la ciudad, se establecería asignar a los palestinos, que tanto lo necesitan, el 50% de los ingresos netos, después de deducir los gastos de la ciudad, hasta el año 2060. Es decir, un beneficio económico importante por 40 años para los palestinos por su tenacidad, apego y trabajo físico durante los hechos históricos en Jerusalén y la percepción de su importante rol.
  5. e) Al finalizar las 4 décadas acordadas en este convenio, modesto pero reconocido por todos, el estado de Israel y su capital Tel Avid se constituirían en los receptores y únicos poseedores legales y propios de la ciudad integral de Jerusalén, y se obliga a su administración y gobierno directo.
  6. f) El estado de Israel se comprometería a respetar y reconocer los derechos documentados de propietarios, poseedores de bienes, ocupaciones fortuitas de origen legítimo, los pisatarios por antigüedad y concordatos suscritos que sean israelíes, palestinos, o norteños, franceses o africanos.
  7. g) Una comisión de la ONU debidamente clasificada y escogida decidiría con aprobaciones vinculantes en la redacción final de este concordato y su desarrollo sano y respetuoso.

Como es de aclarar, esta propuesta no responde a ninguna idea acomodaticia o parcializada, ni en lo chiquito ni en lo grande, sino más bien, una solución atrevida pero llena de armonía y buena fe. En efecto, sin chocancias, ni revanchas, ni ventajas comparativas sino con el deseo de colacionar una idea, quizás “traída por los cabellos” pero sustantiva en vida, hechos, tiempos, equidad e historia. También, y por supuesto, revestida de realidades y asignaciones tangibles y movibles capaces de lograr un acuerdo decoroso y abrumador en esperanzas. Si los elementos propuestos no existen en la vida social y religiosa de Jerusalén, vale la pena crearlos y usarlos ¡para romper el hechizo!

 

DC / Luis Acosta

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