La IV Revolución Industrial, por Alfonso Hernández Ortíz (@AlfonsoZulia)

También llamada 4.0, la revolución sigue a los otros tres procesos históricos transformadores: la primera marcó el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa. Para la tercera hubo que esperar a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones. Ahora, el cuarto giro trae consigo una tendencia a la automatización total de la manufactura, su nombre proviene, de hecho, de un proyecto de estrategia de alta tecnología del gobierno de Alemania, sobre el que trabajan desde 2013 para llevar su producción a una total independencia de la mano de obra humana.

 

«Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes», vaticina Klaus Schwab, autor del libro “La cuarta revolución industrial”. Editorial Debate 2016.

 

Los «nuevos poderes» del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, dos áreas que parecen crípticas y lejanas para el ciudadano de a pie. Pero las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la revolución afectará “el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso” y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos.

 

La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital, según Schwab, Director Ejecutivo del Foro Económico Mundial. El principio básico es que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor.

En el Foro de Davos, hubo un anticipo de lo que los académicos más entusiastas tienen en la cabeza cuando hablan de Revolución 4.0: nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D serán sus artífices. Pero serán también los gestores de una de las premisas más controvertidas del cambio: la cuarta revolución podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.

 

La cuarta revolución tiene el potencial de elevar los niveles de ingreso globales y mejorar la calidad de vida de poblaciones enteras, apunta Schwab, las mismas que se han beneficiado con la llegada del mundo digital. Sin embargo, el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse «El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado», resume David Ritter.

 

La llamada Cuarta Revolución Industrial está cambiando a una velocidad de vértigo el mercado laboral y para abrirse camino en él no queda más remedio que reciclarse. Y es que, según la Agencia Digital de la Unión Europea la demanda de perfiles vinculados a la tecnología de la información experimentará un incremento del 9,3% hasta 2020 de forma global. Ante este crecimiento el principal reto al que se enfrenta el sector es la escasez de personas que se especializan en este campo, ya que el número de profesionales de tecnologías de la información, más conocidas como IT no aumentan de forma proporcional a la demanda.

En los próximos años, el sector IT va a necesitar contratar a 900.000 profesionales a nivel mundial Para satisfacer las necesidades de todos estos puestos de trabajo, la especialización es clave. En un futuro próximo, los profesionales serán capaces de manejar dos o tres tecnologías de forma simultánea, pondrán en marcha modelos colaborativos e integrarán y liderarán equipos ubicados en distintas partes del mundo.  Lo importante, destacan los teóricos de la idea, es que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos. Y en ese sentido, representa un cambio de paradigma, en lugar de un paso más en la carrera tecnológica frenética.

 

DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo / Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia

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