Legitimidad del candidato, por Jesús Rangel Rachadell (@rangelrachadell) 

Las razones para escoger un candidato son muy variadas, desde la cara bonita hasta aquel que representó el odio más ingrato. En el medio están aquellos candidatos que de manera racional le plantean al electorado las posibles estrategias para lograr que avance la sociedad.

 

He perdido mi voto en las elecciones, dicen algunos, cuando su candidato preferido no ha ganado. Hay respuestas para esto: el elector nunca se ha alineado con la mayoría, no sabía quién representaba a la mayoría –mientras más cerca del candidato menos objetividad-, su manera de pensar no coincidía con el ganador o nunca le importo quien ganara.

 

Otra respuesta es que los ganadores han sido los peores, no ha perdido su voto, para que ello sea así debieron ganar sus candidatos y demostrar que eran los errados, pero nunca se les dio la oportunidad.

 

Los que votaron por el candidato que luego se declaró revolucionario, o por el sustituto propuesto, pudieron comprobar el gran error que cometieron, sus esperanzas burladas y ahora sin posibilidad de redención por la falta de elecciones.

 

Las sociedades escogen por consenso, en algunas se exige que el ganador sea el que logre la mayoría simple y en otras que sea el que obtenga el 40% o más de los votos, caso contrario se procede a una segunda vuelta (balotaje, como ocurre en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú). En cualquier caso, debe ser aceptado el candidato electo, esa es la medida de la legitimidad. Las elecciones en nuestro país se deciden por mayoría simple, gana el que tenga más votos (así es para el cargo de Presidente de la Republica, artículo 229 constitucional).

 

Para obtener legitimidad se necesitan votos, aunque la mayoría de los que fueron a votar sea la que se considera válida, y el resto de los posibles votantes que no asistieron acepten el resultado.

 

En las elecciones de la UCV la oposición estudiantil obtuvo una mayoría aplastante, lo cual significa un retroceso importante para la izquierda en uno de sus espacios históricos más representativos, y así parece que será en todas las instancias.

 

A la izquierda le quedan muchos años de perder por su falta de compromiso, por haber acompañado a los militares golpistas y por olvidarse del pueblo que dijeron representar. El partido comunista, que se autodenomina el partido de la clase proletaria, está a punto de desaparecer; si no lo hace por la falta de afiliados lo hará por la falta de seguidores (usted puede simpatizar con un partido sin estar inscrito en el). Al haberse encadenado a la suerte del gobierno socialista y hambreador, al que el pueblo está pasando factura por su falta de solidaridad, correrá con las mismas consecuencias. El partido comunista es tan culpable como el PSUV de lo que nos está pasando, y se está hundiendo con ese peso muerto que llaman chavismo.

 

En las mencionadas elecciones estudiantiles la Sala Electoral del TSJ dictó una medida cautelar (justicia cautelar es la moda) contra el proceso electoral de la UCV (Sentencia N° 10 del 14-02-2017). Se suspendieron las elecciones al cogobierno universitario, es decir, de representantes estudiantiles ante: Consejo Universitario, Asamblea de Facultad, Consejo de Facultad, Consejo de Escuela y Coordinación Central de Extensión. Las elecciones de centros de estudiantes y a la federación de centros no fueron suspendidas. El que se hayan efectuado las elecciones estudiantiles estuvo dentro de lo planificado, no hubo desacato a la sentencia de la Sala Electoral, y es falso que se hubiera hecho un acto de rebeldía en contra del TSJ.

 

Los estudiantes electos hicieron política, presentaron la elección como una reacción en contra del Estado, y particularmente en contra del TSJ; movilizaron al electorado a un acto de insurrección para demostrar que la razón acompaña a la oposición. Lograron una excelente votación, y los que apoyaban a las opciones a favor del gobierno pudieron pensar que esas elecciones estaban suspendidas y que no tenía sentido participar, ya que serían anuladas. Todo fue una ilusión, ni las elecciones de centro de estudiantes fueron suspendidas ni lo ocurrido fue un acto de desobediencia; lograron desmovilizar a las fuerzas financiadas por el gobierno y asestarle una derrota de la que se hablará por muchos años.

 

Eso es hacer política, presentar un mensaje convincente, que mueva al electorado y que se traduzca en legitimidad para los electos.

 

La dictadura no hace elecciones, no se cuenta, no tiene legitimidad; perdieron la mayoría.

 

DC / Jesús Rangel Rachadell / Abogado – Profesor / @rangelrachadell

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