De que falta menos, lo sabemos. Por Paciano Padron (@padronpaciano)

Lo sabemos nosotros, también lo saben Nicolás y los del cogollo, estamos en los últimos días de la pesadilla. Es lógico que al final del camino broten la impaciencia y la ansiedad desmedida, eso es normal y se corresponde con el momento. Nos toca controlar las emociones y actuar con serenidad. Todos, unos más que otros, tenemos personas que nos oyen, que de alguna manera escuchen nuestra opinión, estamos obligados a llamarlos a la calma, manteniéndonos serenos nosotros, porque nadie da lo que no tiene.

 

No nos está permitido privilegiar la violencia por encima de la racionalidad, ni  desalentarnos y perder energía para enfrentar el mal. Tampoco debemos entender como traición lo que no compartimos, ni tildar de desviados a quienes hemos confiado la conducción del proceso, al surgir una desavenencia coyuntural. Con cuánta facilidad veo que en las redes sociales, gente nuestra le cae a palo a los nuestros, al disentir de una palabra, acción u omisión.  Es imperativa la responsabilidad y conciencia en el manejo de las redes. Ellas tienen una ventaja enorme que todos reconocemos, permiten comunicar de inmediato a centenares o miles de amigos lo que vemos, sentimos o experimentamos; eso mismo se convierte en peligro si escribimos con el hígado, si no racionalizamos lo que transmitimos, si nuestra reacción es primaria y no pasa por un proceso de racionalización. Al actuar de tal manera, podemos transmitir un mensaje negativo que se corresponda más con un impulso que con una reflexión, moviendo así a otros en un sentido no deseado. De modo pues que la invitación en estos días de ansiedad y angustia, es a medir nuestros mensajes y a cuidar camino, valores y líderes que requerimos.

 

La unidad no es fácil, se une a quienes no somos iguales teniendo filosofía y forma particular de ver y pensar en procura de un objetivo común. La unidad es el fruto del pluralismo característico de la democracia. Coincidimos plenamente en que esta tragedia no puede seguir, que el cambio es necesario y el progreso inaplazable. Eso nos une, son muchas más las cosas que nos separan del régimen, y pocas las que nos alejan a los que estamos en la alternativa democrática. Que quede claro, a esta hora solo nos están permitidas dos operaciones matemáticas, sumar y multiplicar; debemos olvidar restar y dividir.

 

Se ha dicho mil veces, lo sabemos y está probado en estas páginas oscuras de nuestra historia, igualmente ha sido corroborado en muchas otras circunstancias semejantes en el mundo, la unidad es el camino. Con ella podemos, sin ella no hay vida.

 

Estamos transitando el camino del diálogo, con el claro peligro de que gane tiempo el moribundo régimen. Al diálogo estamos obligados, nos hemos obligado, pero a lo que no estamos obligados es a quedarnos en la mesa indefinidamente, dejando pasar el tiempo. A Dios rogando y con el mazo dando, porque el diálogo no es un fin en sí mismo, es un medio, una herramienta de construcción de la vía para pasar la página. De modo que a la tostada hay que verle el queso, y al diálogo hay que verle avances concretos hacia el objetivo en el que nos hemos enfocado: poner en manos del pueblo el rumbo del país, que el pueblo se pronuncie en referéndum o en elecciones generales. Matar el referéndum y brincarnos sin razón alguna las elecciones regionales es inaceptable, los gobernadores y diputados a los Consejos Legislativos deben ser electos este próximo mes de diciembre, porque se vence el período para el cual fueron elegidos hace cuatro años. Por eso en la mesa de diálogo y en la calle el reclamo es el mismo, que se escuche al pueblo, que el voto indique la vía.

 

El diálogo no es entrega ni arreo de banderas, es un camino del que podría sacar ventaja el gobierno, pero también la alternativa democrática podría sacarla, podemos lograr mayor respaldo internacional y favorecer un ambiente que ahorre sangre y vida en el proceso de cambio que irremediablemente vamos a vivir pronto. En reciente artículo mi amigo Américo Martín recordaba dos grandes virtudes de un político confiable, según Platón: “Primera, la Fortaleza, para avanzar sin miedo y con audacia. Segunda, la Templanza, para saber contenerse, evitando que los arrebatos emocionales estallen en sangre”. En síntesis, Fortaleza y Templanza. De que falta menos, lo sabemos, controlemos la impaciencia y la ansiedad. Templanza.

 

DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...

Tu opinión vale...