De los CELAC, UNASUR, ALBA, OEA, ONU…. Por Luis Acosta 

La CELAC se traduce dentro de su estructura constitutiva como la COOPERATIVA DE ESTADOS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE. Esta organización, como otras de similar nacimiento y estilo, se le ocurrió a un gobernante con la idea de controlar una parte del concierto de naciones de América o con alguna otra idea parecida.

 

Su gestión natural depende, en su mayor porcentaje, de la participación de su agente financiero que le sirva de sostén y vida a la cooperativa. Luego, su representatividad siempre está comprometida con el jefe de turno olvidando la esencia de su origen y los principios generales y especificidades de su razón de ser en el papel soberano.

 

Así, nos damos cuenta que su existencia de ente independiente no se espera, ni funciona, y son las circunstancias las que operan en todo caso. Por ejemplo, se comenta que el Comandante Chávez se percató de que esto podía funcionar aún mejor, mejor dirigido. Es decir, convertirlo en un adlátere en las convocatorias y votaciones; financiando sus gastos y ayudando a su vida económica con un petróleo barato y “fiao”.

 

Si esto es así, y así lo logró, el sistema ayuda muy poco a la organización social de las comunidades que, por principio, necesitan fortalezas y no debilidades que comprometen su moral y voluntad, amén de ayudar, por el contrario, al crecimiento del sistema de convivencias controladas y concubinatos vendidos  tal mercancía barata y pobres de contenido moral y de esencia; además,  consustanciados con los alejamientos de la ética y del futuro honesto de todo desenvolvimiento patriótico que se advierte pero no se acata.

 

De suerte que, las nuevas democracias de calificaciones altas, deben ser dirigidas por los hijos más nobles de cada pueblo y los más apegados a los estudios y profesionalismo que, por un lado, garantice la solvencia en las razones y la conveniencia en su aplicación; y, por el otro, bajo la vigilancia de selección para escoger previamente a los hombres y entes objetos y sujetos de jefatura y dirección, y de lograr la formación objetiva y clásica para que la moral salte y brote con solidez y la ciudadanía no tenga que hacer señalamientos en cuadros impuros sino en líneas de pureza y decencia éticos, respetuosos y humanos.

 

No tenemos otra manera de ver el futuro y de darle cabida a lo meritorio que estableciendo el aborrecimiento de la pobreza espiritual, las calamidades conceptuales y las malas compañías. Por eso, la virtud genera paciencia y prudencia y los políticos del porvenir tienen en su futuro unos elementos para rendir cuentas dentro de la cosa pública. En efecto, los pícaros deben quedarse en su casa veraneando para que no confundan al sano ni arropen con feos trajes sus malas conductas y siniestros procederes dignos de la peor calaña. Dios debe meter su mano y su corazón para ayudar con firmeza a tantos pueblos que ni maestros tienen y que sus comunidades reflejan dolor y abandono. El futuro no puede estar en cabezas torpes sino en mentes curadas y llenas de propósitos nobles y valiosos que estamos seguros existen en nuestras sociedades y que hay que ponerlos al frente de las universidades y de los gobiernos amorosos con la incorporación de los hombres más sabios.

 

Que sea de este modo u otro con parecidas señales los acuerdos útiles y necesarios. No hay otro camino que provocar leyes que faciliten la intervención de las comunidades en la labor ciudadana.

 

DC / Luis Acosta / Articulista /Ex Sec. Gral. Edo. Sucre

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