Grecia acepta el plan europeo que rechazó en el referéndum

Atenas acepta finalmente la propuesta que sus ciudadanos rechazaron en referéndum. Con apenas ligeros retoques. El Gobierno de Grecia envió la noche del jueves el plan con las medidas prioritarias para pactar el tercer y ansiado rescate con los acreedores, que está llamado a evitar la bancarrota y la salida del euro. Atenas acata prácticamente al 100% la última oferta europea la rechazada en voto del pasado domingo—, y se compromete a hacer concesiones simbólicas, y circunscritas a las subidas de impuestos. La canciller Angela Merkel pidió el pasado lunes una propuesta más dura para un programa completo y de más largo alcance: por tres años y algo más de 50.000 millones de euros. Pero solo hay más dureza en el capítulo de ingresos fiscales, especialmente en el IVA: el Gobierno de Alexis Tsipras rebaja menos el gasto militar de lo que pedían los socios, aporta medidas cosméticas en otros asuntos (quizá la más importante sea la privatización de los puertos del Pireo y Salónica) y, sobre todo, no ofrece medidas adicionales en pensiones, tal vez el capítulo más controvertido de la negociación.

Bruselas y Berlín habían prometido el jueves un gesto relativo a la reestructuración de la deuda griega si la oferta de Atenas es convincente. Eso está por ver: la propuesta es prácticamente calcada a la que llevó a Tsipras a romper las negociaciones y convocar un referéndum hace unos días. Las metas fiscales son idénticas —un superávit fiscal primario del 1% del PIB para este año—, e incluso Grecia pide revisar los objetivos a medio plazo (3,5% del PIB desde 2018) ante la constatación de que la economía se ha parado en seco tras el corralito. Atenas sí hace concesiones por el lado de los impuestos, pero no por el capítulo de gastos, el preferido por los acreedores. Salvo quizá por la excepción que supone la privatización de sus principales puertos: dinero fresco, y no previsiones de ingresos. Y deja prácticamente intactas las medidas relativas a las pensiones, con un guiño a los pensionistas con menos ingresos. El Gobierno griego, eso sí, aprobará de urgencia, a principios de semana, tanto la reforma fiscal como la de las pensiones.

Las instituciones anteriormente conocidas como troika evaluarán en las próximas horas esa oferta. Y el Eurogrupo la examinará el sábado. En juego está el futuro de Grecia, y tal vez el del euro: tras solicitar dos rescates desde 2010 por importe de 240.000 millones, Atenas necesita como agua de mayo un tercero que ascenderá finalmente a 53.000 millones adicionales. Y que dejará al Gobierno griego bajo la tutela de la troika por un plazo de tres años: prácticamente todo el mandato de Tsipras.

Esa lluvia de millones no está garantizada. Solo llegará si finalmente hay acuerdo. La mujer más poderosa de Europa, la canciller Merkel, avisó hace apenas tres días de que esperaba una propuesta dura, más ambiciosa que la europea: el plan de Bruselas ofrecía 15.000 millones para seis meses, y Grecia pide ahora más del triple de ese dinero y para tres años. Pero el plan de la noche del jueves y la anterior propuesta europea son prácticamente iguales. Y las concesiones ya se incluían en la carta enviada por Alexis Tsipras a las instituciones durante la campaña del referéndum.

Queda por ver, por lo tanto, si Europa concluye que Tsipras ha cedido lo suficiente o quiere hacer más sangre, con una dosis mayor de austeridad que castigaría la maltrecha economía griega, que se adentra en una recesión profunda. Las mayores concesiones se ofrecen a través de los impuestos: Grecia se aviene a eliminar el tipo reducido del IVA en las islas –pero no en el caso de las más remotas–, y se compromete a subir el IVA de los hoteles a partir de octubre. Ofrece también medidas compensatorias a los acreedores si se recauda menos de lo previsto, con aumentos adicionales del impuesto sobre los alquileres y del Impuesto de Sociedades, que podría ascender hasta el 29% en el peor de los casos. En el capítulo de gastos no hay grandes novedades: Grecia ofrece recortar el gasto militar en 100 millones este año y en 200 millones el año próximo; los acreedores querían un tijeretazo de 400 millones. Hay incluso otras medidas a favor de Grecia: la oferta europea establecía una revisión de la ley relativa a los despidos colectivos; el nuevo plan se desvincula de ese compromiso.

Las pensiones han sido uno de los caballos de batalla de la estrategia griega. Si Merkel pensaba que Tsipras iba a claudicar aún más por ese flanco, se equivocaba. Atenas, eso sí, acepta todo el paquete de la UE incluido en el plan del 30 de junio, que supone elevar la edad de jubilación a 67 años y congelar las pensiones hasta 2021. Pero no da su brazo a torcer en nada más. Al contrario: pide retrasar a marzo de 2016 la retirada gradual del complemento para los pensionistas con menores rentas (EKAS).

Fase decisiva

La respuesta de las instituciones a esa última propuesta es fundamental para el devenir del tercer rescate, con una banca que está cerca de la asfixia y depende de la liquidez de emergencia del BCE. A modo de señuelo, Europa envió el jueves claras señales a Atenas de que contempla una reestructuración de su deuda si acomete serias reformas. Tanto el Gobierno alemán como el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, abogaron por ello. Berlín se reafirmó en descartar una quita pero dejó abierta la puerta a una mejora en los plazos de devolución. El FMI, EE UU y Francia defendían ya conceder a Grecia un alivio de la deuda, pero ni Alemania ni el Consejo habían sido nunca tan explícitos al respecto.

Bruselas y Berlín pretendían que Atenas llegara lo suficientemente lejos y renunciara a muchas de sus promesas para que ese plan vuele, a juzgar por el altísimo nivel de desconfianza de los socios tras el impago al FMI, el abrupto final del segundo rescate, la ruptura de las negociaciones con el referéndum y los posteriores controles de capital. Pero a su vez, los europeos son conscientes de que tienen que dar algo a cambio para acabar de una vez por todas con la historia interminable de este capítulo de la saga griega: “Una propuesta realista por parte de Grecia debería ir acompañada de una propuesta realista de los acreedores sobre sostenibilidad de la deuda para crear una situación en la que todos ganen”, zanjó Tusk. Está por ver si el plan enviado anoche, de apenas nueve páginas plagadas de recortes y reformas, es lo suficientemente “realista” para los estándares europeos. A falta de despejar esa incógnita, el desenlace llegará este fin de semana.

Fuente: DC|ElPaís

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