De Ramo Verde a Miraflores, por Jesús Castillo Molleda (@castillomolleda)

Desde las sentencias emitidas por diferentes juzgados del país en contra de figuras como el general en jefe Raúl Isaías Baduel, Leopoldo López, Daniel Ceballos, Antonio Ledezma (Recluidos en la Actualidad), Carlos Ortega y el capitán Rafael Farías (Ambos se fugaron  en el 2006), los comisarios Henry Vivas, Lázaro Forero, José Sánchez (Mazuco), Iván Simonovis, General Francisco Usón, General Ovidio Poggiolo, el ex alcalde Scarano (estos últimos en libertad), Ramo Verde se ha convertido en el epicentro de figuras políticas y militares con aspiraciones a altos cargos gubernamentales, incluso la presidencia de la República.

 

La prisión conocida por sus condiciones especiales y estrictas medidas de seguridad para los reclusos, reservada específicamente para militares y para civiles que por sus características representan una importancia para el gobierno venezolano ya sea por razones de seguridad y/o políticas, que pueden permanecer en el lugar de manera transitoria o hasta cumplir la totalidad de sus sentencias se ha vuelto polémica y punto de críticas por diferentes sectores. El centro de reclusión Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde, depende de la tercera división del ejército venezolano.

 

Desde el famoso “por ahora” declarado por el ex presidente Chávez en febrero de 1992, se ha manejado la tesis de que para ser presidente en Venezuela dentro de su currículo debe estar que estuvo preso por intentar promover un cambio, una salida, al gobierno de turno. Capriles estuvo preso y tuvo dos veces la oportunidad de llegar a Miraflores, Leopoldo y Ledezma quieren intentarlo y ya están cumpliendo el requisito, que los ha llevado a ser actualmente el centro de atracción de los seguidores de la oposición, María Corina y Henry Falcón también quieren ir a Miraflores pero no han cumplido el requisito de estar detenidos, por ahora.

 

Mucha confusión se presenta en los actores políticos venezolanos, la M.U.D. se encuentra emboscada entre demostrar fuerzas y organización en defensa de los detenidos (que no demuestran que la tienen) o concentrarse en las primarias para elegir a los candidatos que participaran en las elecciones a la Asamblea Nacional. Por su parte, se espera que el gobierno nacional enseñe las pruebas creíbles de la intentona golpista, porque de no hacerlo le daría un duro golpe a la ya desprestigiada confianza, mientras tanto, los problemas de escasez, inflación, inseguridad, falta de divisas se agudizan.

 

Para llegar a Miraflores existen claramente los mecanismos constitucionales y electorales, para salir de Miraflores solo se necesita hacer un mal gobierno que incentive a salidas no constitucionales o constitucionales, referéndum revocatorio o elecciones. Quien juegue con fuego y no tenga a la mano un extintor no debe sorprenderse en quemarse. Los firmantes del comunicado publicado en el diario el nacional serian bien ingenuos en pensar que no habría reacciones del gobierno o, simplemente esa fue la intención inicial, provocar acciones motivadas a ambiciones políticas personales. De haber elecciones en Distrito Capital podría ocurrir lo que paso en San Cristóbal y San Diego, que las esposas de los alcaldes detenidos se convirtieron en alcaldesas con amplia ventaja electoral, con poca organización y estructuras electorales por parte de la M.U.D., sin embargo, podría ser un revés político de alto impacto para la M.U.D. que los electores no ejercieran el voto emocional en el Distrito Capital.

 

Son momentos de actuar con mucha sabiduría, paciencia, táctica, estrategia, unión, no se puede estar jugando a proyectos personales en detrimento del colectivo. Venezuela necesita de una clase política seria, preparada, visionaria, que entienda el momento difícil por el cual está atravesando, sin descuidar lo que les pasa a los ciudadanos, que de no atenderlo podría motivar a acciones no convencionales cansados de que los sectores políticos polarizados no se pongan de acuerdo por el bienestar colectivo. Como lo dijo Frank Herbert “Existe un límite a la fuerza que ni siquiera lo más poderosos pueden aplicar sin destruirse a sí mismos. Juzgar este límite es el auténtico arte de gobernar. Usar mal este poder es un pecado fatal. La ley no puede ser un instrumento de venganza, nunca un rehén, no una fortificación contra los mártires que ha creado. Uno no puede amenazar a una individualidad y escapar de sus consecuencias”.

 

DC / S.H. Jesús Castillo Molleda Profesor Universitario, Politólogo, Coach Político, Locutorjcastillo@fundacionzuliaproductivo.com @castillomolleda

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