Irán dentro de una nueva dimensión política

 Con gran experiencia, bue carácter y respetuoso estilo, a sus  64 años, este clérigo se dispone a reemplazar al polémico Mahmud Ahmadineyad. Su triunfo es la expresión de esa juventud y de la clase media que se sintió desencantada con la reelección de Ahmadineyad en 2009 y que canalizó su descontento votando por Rouhani. Hoy casos parecidos se están dando en Latinoamérica, la duda razonable y el sentir de un posible fraude electoral minan a las administraciones y su credibilidad.

Dos enfoques, un camino y una decisión popular hicieron la diferencia. La divergencia con Ahmadineyad, que cifró su gobierno en el enfrentamiento con Estados Unidos y otras potencias por el programa nuclear iraní; por otro lado,  Rouhani usó una llave como símbolo y se centró en temas importantes para los jóvenes, en un país donde dos tercios de los 70 mil. Toda sociedad clama progreso, y la iraní no escapa de esto.

Hassan Rouhani es parte del corazón de la dirigencia islámica que gobierna Irán desde que la revolución de 1979 puso fin al reinado del Sha, el principal aliado de Estados Unidos en la región. Rouhani nació como Hassan Feridon en Sorkej, norte de la provincia de Semnan. Viaja a Qom, la ciudad santa, principal centro religioso para la rama chiita (minoritaria) del Islam. Allí tomó el nombre de Rouhani, que significa comunidad de clérigos.

Además de gozar con un gran apoyo político y religiosa su tendencia proactiva lo impulsa a la búsqueda de vías de negociación con EEUU y otros países, la modernización, libertades y estabilidad social y política aparentemente consiguen en este nuevo Presidente una vía de estabilidad.

Por otro lado, las escazas alianzas con algunos países suramericanos, serán revisadas y analizadas a través del crisol de la institucionalidad y la real diplomacia que permita establecer distancias “convenientes” con estos socios de la anterior administración. El tejido diplomático del saliente Mahmud Ahmadineyad, caracterizado por un falso patrioterismo y una herencia de dudas sobre su último triunfo, da por terminado una década de improperios y ofensas.

Para Venezuela, un exsocio seguramente, que entre en el espiral de la modernidad y la búsqueda de la Paz, basada en hechos y no en un discurso cargado de frustradas esperanzas dentro del espectro de un modelo de gobierno que nunca funciono sin el acompañamiento de la represión, censura, tortura, coacción, intimidación y la violencia que conlleva el autoritarismo comunista. Un “socio estratégico” en un bien llamado “eje del mal”, que da por terminado la red internacional establecida en 14 años.

 

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