El retroceso en el flujo de remesas a México se atribuye, en gran medida, a las políticas migratorias más restrictivas de Estados Unidos y a la devaluación del dólar en relación al peso mexicano. Enrique Díaz-Infante, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), proyecta que las remesas alcanzarán cifras cercanas a 64.746 millones de dólares en 2024, consolidando a México como el segundo receptor a nivel mundial, solo superado por India.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, señala que la población migrante manifiesta temor a salir a trabajar debido al riesgo de deportación. Asimismo, la apreciación del peso ha debilitado el poder de compra de estos envíos.
Impacto en regiones específicas
Estados como Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Zacatecas, donde las remesas constituyen más del 10% del PIB, enfrentan un impacto directo. La disminución en estos ingresos limita el consumo familiar e incide en la pobreza y la movilidad social.
El panorama para el próximo año no se prevé alentador. Si las políticas migratorias de EE.UU. se mantienen, la tendencia negativa podría continuar, advierte Díaz-Infante. Según Banorte, los flujos de remesas estarán influenciados por factores estructurales como la actividad económica en EE.UU., el mercado laboral, y las presiones que enfrenta la comunidad migrante.
Un informe del Tecnológico de Monterrey indica que la caída en las remesas ha incentivado el uso de canales informales, como envíos a través de familiares, "mulas", o redes paralelas sin estándares claros de transparencia y protección al usuario.
DCN/Agencias