
Un insólito caso ha conmocionado a la comunidad médica y al público en general: un hombre de Michigan, tras recibir un trasplante de riñón, falleció de rabia. El donante, un hombre que había sido mordido por un zorrillo mientras intentaba proteger a un gatito, había contraído la enfermedad antes de su muerte. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. catalogaron este incidente como "excepcionalmente raro", siendo solo el cuarto caso reportado desde 1978.
Los hechos ocurrieron en diciembre de 2024, cuando el paciente recibió un riñón de un donante que vivía en Idaho. La intervención quirúrgica se llevó a cabo en un hospital de Ohio. Sin embargo, apenas cinco semanas después del trasplante, el hombre comenzó a experimentar temblores y debilidad en las piernas, además de confusión y problemas de incontinencia.
En cuestión de días, su salud se deterioró rápidamente. Fue ingresado en el hospital con fiebre y dificultad para tragar, mostrando signos de hidrofobia —un síntoma típico de la rabia— y otros problemas neurológicos. Al día siguiente de su hospitalización, se le tuvo que colocar en un ventilador. A pesar de los esfuerzos médicos, falleció una semana después de que empezaran sus síntomas. Las pruebas realizadas post mortem confirmaron la presencia del virus de la rabia en su saliva, piel del cuello y tejido cerebral.
Este desenlace dejó perplejas a las autoridades de salud. La familia del paciente aseguró que no hubo contacto conocido con animales que pudieran transmitir la rabia, lo que llevó a los investigadores a indagar más sobre el historial del donante. Este caso resalta la importancia de la vigilancia en donaciones de órganos, así como la complejidad de la transmisión de enfermedades raras.
Un suceso realmente raro y alarmante que sin duda deja una lección sobre los riesgos asociados a los trasplantes y la vigilancia necesaria en los antecedentes de los donantes.
DCN/Agencias