Causas de los sofocos durante la menopausia y cinco consejos para mitigarlos.

Los sofocos son un síntoma clave de la menopausia, afectando a casi el 80% de las mujeres en esta etapa. Se presentan como una sensación de calor intenso, enrojecimiento y ansiedad, lo que puede interferir con la calidad de vida y el sueño.

Los especialistas enfatizan que los sofocos no deben considerarse algo normal, ya que existen múltiples opciones de tratamiento. Según el Dr. Nicolás Mendoza, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), un 20% de las mujeres experimentan sofocos que persisten por más de cinco años, lo que afecta su rutina diaria y su descanso.

La causa principal de estos sofocos es un desequilibrio hormonal que ocurre durante la menopausia, con una notable disminución en los niveles de estrógenos y progesterona. La Dra. Victoria Valdés Devesa, de la Unidad de Menopausia del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, explica que esta reducción altera el centro termorregulador en el hipotálamo, elevando la temperatura corporal y provocando vasodilatación, lo que se traduce en sudoración y enrojecimiento de la piel. Esto también contribuye a insomnio y dificultades para dormir.

El Dr. Mendoza indica que la intensidad y frecuencia de los sofocos pueden variar según factores geográficos. Por ejemplo, las mujeres del sudeste asiático reportan menos sofocos en comparación con europeas o americanas, lo que podría relacionarse con su dieta rica en vegetales y soja. Además, las mujeres con un índice de masa corporal más alto tienden a experimentar sofocos con más frecuencia.

Aparte de los sofocos, la menopausia puede traer otros síntomas como dolores articulares, cefaleas, sequedad vaginal, y alteraciones emocionales como ansiedad o depresión.

Los expertos sugieren estrategias para aliviar la experiencia de la menopausia. Se recomienda evitar desencadenantes como el alcohol y alimentos muy calientes, mantener espacios ventilados, no fumar, realizar ejercicio, y seguir una dieta equilibrada, como la mediterránea.

En cuanto a tratamientos, para síntomas leves, se pueden considerar opciones naturales como isoflavonas de soja. Para situaciones más graves, se puede recurrir a la terapia hormonal sustitutiva, que, según el Dr. Mendoza, ha mostrado beneficios significativos en la salud de las mujeres.

La Dra. Valdés aconseja consultar a un ginecólogo especialista si la calidad de vida se ve comprometida, para poder encontrar el tratamiento más adecuado.

DCN/Agencias

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