
Para algunas personas, cumplir años no siempre trae alegría. Muchos sienten incomodidad, rechazo o tristeza ante la llegada de su cumpleaños. La psicología indica que estos sentimientos están ligados a cómo cada individuo vive el paso del tiempo, su identidad y las presiones sociales relacionadas con la edad.
Los psicólogos afirman que no querer celebrar un cumpleaños no necesariamente indica un problema serio, sino que puede ser un momento de reflexión o un período de cambio personal. Esta reacción es común cuando la persona se enfrenta a tareas pendientes, decisiones aplazadas o metas no cumplidas.
En la adultez, llegar a una nueva edad se transforma en un recordatorio del tiempo que pasa y de las expectativas de la sociedad. Se ha observado que, a medida que se cumple años, las celebraciones pueden provocar emociones mixtas: orgullo por lo logrado, pero también miedo e inseguridad por lo que falta por alcanzar.
El temor a cumplir años puede manifestar un miedo al envejecimiento y a la ansiedad por la pérdida de control. En un entorno que valora la juventud, cumplir años puede relacionarse, de forma inconsciente, con la pérdida de atractivo o relevancia. Desde la psicología social, este fenómeno se interpreta como una reacción defensiva ante la idea de cambio, específicamente en personas con tendencias perfeccionistas o cuya autoimagen está ligada al éxito.
La resistencia hacia celebraciones suele intensificarse en etapas cruciales, como al llegar a los 30, 40 o 50 años, fechas que motivan a reflexionar sobre la trayectoria y el sentido de la vida, generando resistencia al paso del tiempo.
Otro aspecto influyente es la comparación con otros. En la era de las redes sociales, la sensación de que los demás avanzan más rápido puede aumentar la insatisfacción personal. Cumplir años puede resultar en una percepción de no estar “a la altura”, lo que se traduce en rechazo hacia la celebración. Los psicólogos advierten que medir la propia vida en función de los logros de los demás solo alimenta esta insatisfacción.
Aceptar el paso del tiempo no significa rendirse, sino valorar cada etapa de la vida. Cada edad ofrece experiencias y aprendizajes que contribuyen a una visión más realista de la existencia. En resumen, más que un rechazo a crecer, se trata de un proceso de reconciliación con el tiempo y la propia historia.
DCN/Agencias