
A menudo se dice que el desayuno es la comida más relevante del día. La selección de lo que consumimos por la mañana puede impactar nuestra energía y concentración durante el resto del día, lo que puede generar confusión al escoger qué ofrecer a nuestros hijos o a nosotros mismos.
Existen alternativas como la papilla de avena, granola, muesli, hojuelas de maíz y arroz inflado, todas presentadas en cajas coloridas que las anuncian como opciones nutritivas. No obstante, algunos especialistas advierten que, aunque esas opciones son comunes en los desayunos, son ultraprocesadas y pueden no ser tan saludables.
Los cereales se derivan de gramíneas, incluidos el trigo, arroz, avena, cebada y maíz. Cada grano tiene tres partes comestibles: el salvado, que es rico en fibra y vitaminas; el endospermo, que contiene almidón y proteínas; y el germen, que alberga el embrión y es nutritivo. John Harvey Kellogg fue pionero en crear cereales para el desayuno en el sanatorio de Battle Creek, donde buscaba mejorar la dieta de sus pacientes. Hoy, la producción de estos cereales es una industria considerable.
Después de ser cosechados, los cereales pasan por un proceso antes de ser empaquetados. Mientras que algunas variedades, como las hojuelas de salvado, son elaboradas con grano puro, otras, como las hojuelas de maíz, son procesadas para eliminar su capa exterior. Luego, se les añade sabor y nutrientes mediante un proceso que culmina con el horneado, logrando la textura crujiente característica.
Se ha documentado que los cereales, por su fortificación, pueden ser una fuente eficiente de nutrientes, especialmente para quienes siguen dietas restringidas. Personas vegetarianas o veganas suelen requerir fuentes adicionales de ciertas vitaminas. Las mujeres embarazadas y los niños también presentan riesgos de deficiencias nutricionales.
Investigaciones apuntan a que el consumo de cereales fortificados podría ser beneficioso. En EE. UU., se muestra que muchos niños y adolescentes no obtendrían los micronutrientes necesarios sin la fortificación. Sin embargo, también se alerta sobre el contenido elevado de azúcares de algunos cereales, lo cual podría implicar mayores riesgos de salud asociadas a sobrepasar ingestas recomendadas de azúcar.
Por lo tanto, aunque no todos los cereales son perjudiciales, es crucial revisar las etiquetas y optar por aquellos con menos azúcar y más fibra. Además, agregar frutos secos o yogur a la granola puede equilibrar el desayuno, asegurando una mejor combinación de nutrientes para mantenernos saciados por más tiempo.
DCN/Agencias