Un sorprendente descubrimiento en la sangre canina podría desvelar los secretos del envejecimiento humano
Investigadores de EE.UU. e Israel encuentran pistas sobre el envejecimiento humano al estudiar la sangre de perros
En un avance sorprendente para la ciencia, un equipo de investigadores de Estados Unidos e Israel descubrió indicadores en la sangre de perros que permiten prever con precisión su edad biológica y esperanza de vida. Este hallazgo, publicado en la revista Aging Cell, surge de un análisis de miles de muestras recolectadas por el “Dog Aging Project”, una iniciativa enfocada en el envejecimiento de distintas razas y estilos de vida canina.
Los científicos identificaron marcadores sanguíneos en los perros que muestran similitudes con aquellos utilizados para medir el envejecimiento en humanos. Esto sugiere que ambos seres comparten mecanismos biológicos en el proceso de envejecimiento, lo que abre nuevas avenidas para investigar el envejecimiento humano a partir de datos obtenidos de nuestros amigos peludos.
"Los perros envejecen de manera similar a los humanos, y reciben atención médica comparable, lo que los convierte en un modelo ideal para estudiar este proceso”, declaró Daniel Promislow, uno de los investigadores principales del estudio.
Los signos de vejez en los perros son evidentes: pérdida de agilidad, dificultad para moverse o subir escaleras, aparición de canas y cambios en el apetito. Además, pueden sufrir problemas de visión, audición y manifestar cambios en el comportamiento, como irritabilidad o confusión.
La esperanza de vida y el proceso de envejecimiento en los perros varían significativamente entre razas y condiciones de vida, lo que resalta la complejidad del tema. No obstante, el objetivo de los investigadores es encontrar en la sangre de estos animales señales claras que indiquen cuán rápido están envejeciendo.
Este descubrimiento no solo ofrece luces sobre la biología del envejecimiento en perros, sino que también proporciona un enfoque revolucionario para entender cómo envejecemos nosotros, los humanos. Así, cada ladrido podría estar guardando secretos sobre nuestra propia longevidad.
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DCN/Agencias
