Estrategias sencillas para reducir el riesgo de un derrame cerebral a través de ajustes en tu vida diaria.

Un derrame cerebral, conocido también como accidente cerebrovascular o ictus, se presenta cuando el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro se interrumpe o disminuye de forma repentina. Esto impide que las células cerebrales reciban el oxígeno y los nutrientes necesarios, lo que provoca su daño o muerte en cuestión de minutos.

Existen principalmente dos tipos de derrame cerebral. El isquémico, que es el más común, ocurre cuando un coágulo bloquea una arteria cerebral. Por otro lado, el hemorrágico se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe, provocando sangrado en el tejido cerebral.

Las causas de un derrame cerebral son variadas e incluyen factores como la hipertensión arterial descontrolada, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo y antecedentes familiares. La edad avanzada también incrementa el riesgo de sufrir uno.

Es esencial conocer los síntomas tempranos, ya que un tratamiento oportuno puede ser determinante para salvar vidas y minimizar secuelas. Sin embargo, es alentador saber que cambios en el estilo de vida pueden ayudar a prevenirlo.

Prevención del derrame cerebral

Para prevenir este tipo de emergencia médica, es vital adoptar un estilo de vida saludable y controlar los factores de riesgo. La hipertensión arterial es el principal factor en su prevención, por lo que se recomienda medirla de manera regular y seguir las indicaciones del médico si se encuentra elevada.

Mantener un control del colesterol y los niveles de glucosa también es fundamental para evitar la acumulación de placa en las arterias. Se aconseja realizar chequeos constantes y, si es necesario, seguir tratamientos médicos.

Adoptar hábitos saludables como dejar de fumar disminuye considerablemente el riesgo, mientras que moderar el consumo de alcohol ayuda a mantener la presión arterial en niveles adecuados. La actividad física regular, como caminar rápido o andar en bicicleta al menos 150 minutos a la semana, además de ejercicios de fuerza dos veces por semana, mejora la salud cardiovascular, según la Dra. Cheryl Bushnell, neuróloga de la Universidad Wake Forest.

Asimismo, una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y cereales integrales, con reducción de grasas saturadas, sodio y alimentos procesados, contribuye al control del peso, presión arterial y colesterol.

Finalmente, dormir bien es crucial para reducir el riesgo vascular. Además, manejar el estrés a través de técnicas de relajación o actividades placenteras es beneficioso para la salud del corazón. Algunos estudios sugieren que incluir yogur natural sin azúcares añadidos en la dieta podría ayudar a regular la presión arterial y disminuir el riesgo de ictus aproximadamente un 14%.

DCN/Agencias

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