Brasil enfrenta una carrera contra el tiempo para frenar la implementación de los aranceles del 50% a sus exportaciones, anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump, que entrarían en vigor el 1 de agosto. Las negociaciones diplomáticas están estancadas, y el contexto político hace difícil cualquier avance.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha mostrado su disposición para continuar el diálogo. El vicepresidente Geraldo Alckmin indicó que reiteró esta posición en una reciente conversación con el secretario de Comercio de EE. UU., Howard Lutnick. Sin embargo, desde el mes pasado no se han realizado nuevas rondas de negociación, y una contrapropuesta brasileña enviada en mayo aún no ha recibido respuesta, según fuentes de Reuters.
Trump ha relacionado los aranceles con la situación judicial del expresidente Jair Bolsonaro, quien enfrenta acusaciones de intentar un golpe de Estado. Lula ha calificado esta medida como un “chantaje inaceptable”, sugiriendo que, si Trump realmente quisiera dialogar, habría hecho una llamada.
En el ámbito empresarial, Alckmin ha sostenido varias reuniones con ejecutivos de grandes corporaciones estadounidenses, buscando apoyo contra los aranceles. Sin embargo, las empresas son cautelosas ante posibles represalias de la administración Trump, expresó Ricardo Alban, presidente de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). Este impacto podría costar más de 100.000 empleos en Brasil y afectar en un 0,2% el PIB.
El sector agroindustrial, uno de los más perjudicados, anticipa una reducción de hasta el 50% en sus exportaciones a EE. UU. Para enfrentar la incertidumbre, algunas empresas han comenzado a ajustar sus operaciones y a recurrir a acciones legales. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha comentado sobre el estado de las negociaciones en curso.
DCN/Agencias