Investigación Revela: ¿Por qué las mujeres tienden a orinar más a menudo que los hombres a pesar de tener vejigas de tamaño similar?
¿»Ya estamos parando otra vez?» Esta queja es común en los viajes familiares por carretera y frecuentemente se dirige a las mujeres. Desde comedias hasta monólogos, se ha popularizado la idea de que las mujeres tienen una vejiga más pequeña. Sin embargo, desde una perspectiva anatómica, esto no es correcto. La realidad es más compleja y está influenciada por la anatomía, la fisiología y factores sociales. Aunque las mujeres pueden sentir la necesidad de ir al baño con más frecuencia, en términos de tamaño, no hay una gran diferencia.
La vejiga es un órgano muscular adaptable, compuesto por el músculo detrusor y el epitelio de transición. El detrusor, una capa de músculo liso en la pared de la vejiga, permite que se expanda sin enviar señales constantes de llenado. Cuando se necesita evacuar, se contrae con fuerza. El epitelio de transición se estira y aplana para acomodar el volumen de orina, protegiendo los tejidos internos de los desechos.
En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, ambas vejigas tienen una capacidad similar, que oscila entre 400 y 600 mililitros. Sin embargo, la ubicación de la vejiga en cada género tiene implicaciones en la percepción de la urgencia. En los hombres, está situada por encima de la próstata, mientras que en las mujeres ocupa un espacio más restringido en la pelvis, coexistiendo con el útero y la vagina. Esto se hace más evidente durante el embarazo, cuando el crecimiento del útero ejerce presión sobre la vejiga.
Investigaciones indican que las mujeres pueden comenzar a sentir la vejiga llena con volúmenes menores, posiblemente debido a factores hormonales o diferencias en la dinámica entre el soporte del suelo pélvico y la vejiga. El suelo pélvico, compuesto de músculos que sostienen varios órganos, puede debilitarse debido al parto o cambios hormonales, afectando el control de la vejiga.
Los hábitos culturales también juegan un papel importante. Desde pequeñas, muchas niñas son enseñadas a «ir por si acaso» o a evitar baños públicos, lo que puede impactar la capacidad de la vejiga. Los varones, en cambio, suelen recibir un mensaje diferente, lo que influye en su comportamiento.
Aunque no se puede cambiar el tamaño de la vejiga, sí es posible mejorar su tolerancia mediante entrenamiento, como el promovido por el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Este método busca aumentar gradualmente el tiempo entre las visitas al baño, ayudando a normalizar la respuesta de la vejiga y reduciendo la sensación de urgencia.
En resumen, las mujeres no tienen una vejiga más pequeña, pero sí enfrentan limitaciones anatómicas y sociales. La próxima vez que surja la queja sobre una parada para ir al baño, es importante recordar que esto tiene que ver con anatomía, hábitos y hormonas.
DCN/Agencias