Llanto, dolor e indignación en el sepelio del niño violado

En la sala de una humilde vivienda de techos de zinc, paredes a medio pintar y piso de cemento pulido, permanecía, ayer a las 10.30 de la mañana, el féretro blanco de Cristian José Polo Torrealba, de un año. Los familiares del pequeño clamaban justicia, les exigían a las autoridades que Engelberth de Jesús Ruíz Torres (21), su padrastro, pagara por la “atrocidad” que cometió.

Vecinos de la calle 12 del barrio Bolívar, parroquia Francisco Eugenio Bustamante del municipio Maracaibo, llegaron a la casa para brindarles su apoyo a los parientes del bebé, agarraron unas sillas plásticas y se sentaron a conversar sobre lo sucedido. Desde la esquina de la trilla, Benito Cabrera, abuelo paterno de la víctima, secaba las lágrimas que le corrían por el rostro con sus manos mientras observaba a la docena de niños que se acercaban hacía él.

Entre sus manos sostenían un papel, al abrirlo rompió en llanto. Con creyones de colores pintaron el nombre de Cristian, dibujaron globos, serpentinas y carritos; miró al cielo, buscaba una respuesta, “es difícil para nosotros saber que lo violaron, golpearon y maltrataron”, repetía. Caminó hasta el interior de la residencia, colocó sobre el ataúd cerrado el gesto de afecto.

Tras caminar dos cuadras, atravesar un camino de arena cubierto de piedras, basura y plantas que crecen sin control, los periodistas dieron con el paradero del rancho; la muchedumbre que se aglomeraba en el frente indicaba que ese era el sitio donde se realizaba el velatorio.

Una vez en el lugar el adulto mayor salió a recibirlos, aprovechó la oportunidad para expresar su indignación, con tristeza comentó que Arianna María Torrealba, madre del fallecido, desapareció luego de que los detectives del Eje de Homicidios de la Policía científica la dejaron en libertad.

Durante el interrogatorio los sabuesos no encontraron motivos para retenerla en el Centro de Arrestos Preventivos; debía buscar el cadáver de su hijo en la morgue y tramitar la inhumación. Los Polo aseguraron que nunca apareció en el tanatorio, la esperaron horas, apagó el teléfono celular, no respondió los mensajes de texto.

Alarmados, los parientes del infante regresaron a la sede de la Policía científica en Altos del Sol Amado, denunciaron la situación, los efectivos les entregaron una orden para que retiraran el cuerpo y extendieron una segunda medida de privativa de libertad contra la joven, sospechan que está implicada en el deceso.

Reconstrucción

Recostado al tronco de un árbol Wilmer Andrés Polo Romero (24), padre del infante, estaba en shock, las manos le temblaban, hablaba con dificultad, no hacía más que recordar la última conversación telefónica que sostuvo con su expareja. Arianna tenía miedo de que la comunidad la linchara, la única forma de presentarse en el velatorio era acompañada por policías.

Un amigo de la familia interrumpió al muchacho para comentar que el depravado se encuentra bajo arresto. Los resultados de la necropsia no dejaban espacio a la duda, el detenido violó a Cristian, lo golpeó en el rostro y la espalda, después de obligarlo a practicarle sexo oral en una vivienda del barrio La Pradera.

Temor

Los vecinos de la zona aseguraban que el niño le tenía miedo al delincuente, cuando lo veía llegar, temblaba, palidecía y se refugiaba entre las piernas de su mamá. Tenía la boca inflamada, hematomas en el cuerpo, rasguños e infecciones en la piel.

 

LV

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