Padre y ciudadano, por Luis Acosta

Pocos días han pasado de la fecha seleccionada por la comunidad mundial como El Día del Padre. Poco o nada se ha escrito para el consumo diario sobre la importancia definitiva de este hombre, dador de vida y distinción a este espectacular día, que Dios y la Iglesia distinguen con preferencia.

Lo último que ha creado el colectivo para buscar la mejor preparación de estos ciudadanos, que se convierten en padres de un día para otro, es La Escuela de Padres. Por cierto, ésta se convertiría en un gran escalón, peldaño o eslabón si se hace obligatorio en los estudios y, como consecuencia, de regular exigencias en las solicitudes de empleo futuras.

¿Qué pasaría después? Imaginémonos la magnitud y significado de que, por lo menos, el  50% de los siete mil millones de habitantes de mundo, que viven y rotan en él, hayan cursado y cruzado, en su formación académica e instructiva, cómo ser un buen padre. Eso significa comprensión y bondad. Sentido de la vida y el amor. Opera igual para exigir el mejor sistema de transporte porque todo tiene que ver en la mezcla social. En efecto, evidencia que de su comportamiento depende y sirve a la sociedad. Que la educación sea fondo y forma para el respeto, a lo Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Recordar en su tarea cotidiana que la atención al necesitado y al pobre no es una obligación sino una conveniencia que se traslada de inmediato, en parte del placer espiritual dentro de sus actos, al darle contenido social a esa ayuda. Esa Escuela de Padres, por antonomasia, se va a convertir en una vía de contento y regocijo personal. El que da, recibe, y esa forma de actuar parte de su organicidad.

Este Día de los Padres, sería formidable, para darle una visión e incorporación al Estado Social y Cívico que no es otra cosa que ver a tu país como el sitio más querido para cuidar; así, no habrá basura, porque la autoridad estuvo preparándose en esa Escuela de Padres que le enseñó, a lo Carreño, que “el país es tu casa y tu vida”. Cuando parcial o totalmente se toca un miembro de nuestro territorio, no importa la circunstancia, toca a todos la colaboración que debe ser colectiva en utilidad, decisión y conveniencia; y, repetimos, conveniencia, porque, de sí lo es, cuando beneficia a toda la población y se dirija a la enseñanza para la vida que será siempre tuya porque tus derechos garantizan su inviolabilidad.

De allí la importancia de estos comentarios que no tienen otra idea que ayudar a formar los mejores padres del mundo para tener el país más organizado del universo, de tal manera que los laberintos no se vean ni en las calles, ni en las casas y, mucho menos, en tu hogar, en el transporte público, o en los carritos que te dan servicios ambulatorios. Por otra parte, y como consecuencia, aseguramos la mejor formación del funcionario público de ahora que nunca antes tuvimos.

Luce perfeccionista, fanfarrón o criticón este ensayo, pero la contribución de los padres bien constituidos son definitivas para el país por llegar y en la conducción del liderazgo social. No hay que ser un maravilloso pensador para imaginarse la magnitud y el logro social al globalizar estos conceptos. Que empiece el hombre por valorar a su prójimo, a su próximo hijo o a su primer vástago; convertir en acto de fe y de hermosura lo que de verdad toma vida y futuro en esa unión espontanea de sexo y amor, goce y disfrute, pero que, al final, sea reflexivo y grande ante el pensamiento social y el mejor servicio a su país y a su conciencia.

 

Felicitaciones a todos los padres en su día y, es nuestro deseo, que exista una vigilancia general permanente durante nuestra existencia para que la calidad social reine y en nuestra vida ocurran menos errores y mas felicidad nacida de una jefatura útil y necesaria.

¡Esperamos que eso sea una realidad!

 

DC / Luis Acosta / Articulista

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