Uruguay, a través de su Banco Central, busca reducir la dependencia del dólar en una de las economías más dolarizadas de América Latina. Este plan, encabezado por el presidente Guillermo Tolosa, tiene como objetivo fortalecer el peso uruguayo y desarrollar un mercado de capitales local en beneficio de empresas, hogares y del propio gobierno.
A partir de 2026, la autoridad monetaria implementará medidas para promover el ahorro y el crédito en moneda local. Entre las primeras acciones se incluyen mayores exigencias de capital para los bancos que otorguen préstamos en dólares y la eliminación de encajes para ciertos depósitos en pesos, con la intención de facilitar el financiamiento en moneda nacional.
Además, se evalúa la posibilidad de obligar a las empresas que fijan precios en divisas extranjeras a mostrar simultáneamente los valores en pesos, como parte de un esfuerzo mayor por normalizar el uso de la moneda local en transacciones diarias.
Este enfoque enfrenta un gran reto, dado que más de dos tercios de los depósitos bancarios en Uruguay están en dólares, un fenómeno que se remonta a períodos de alta inflación y depreciación en el siglo XX. En la actualidad, operaciones como la compra de propiedades o vehículos se realizan mayormente en moneda estadounidense, y los cajeros automáticos ofrecen ambas divisas.
Tolosa señala que esta preferencia por el dólar se ha mantenido por hábitos de épocas pasadas y que mantener ahorros en esta moneda puede incrementar la exposición a la volatilidad. Comparó la inversión en dólares como una apuesta de alto riesgo.
Este giro en la política uruguaya se da en contraste con Argentina, donde el presidente Javier Milei fomenta la negociación de salarios en dólares y ha sugerido incluso la posible eliminación del peso argentino a largo plazo. Además, refleja una conversación global sobre el futuro del dólar en un contexto de tensiones geopolíticas y desafíos económicos.
DCN/Agencias