
Venezuela se encuentra en un estado de movilización militar desde hace tres meses, en respuesta a lo que el gobierno considera una «amenaza» por parte de Estados Unidos, debido al reciente despliegue naval y aéreo de este país en el Caribe. La administración de Nicolás Maduro, que enfrenta acusaciones de illegitimidad y narcotráfico por parte de la Casa Blanca, ha enfatizado la «fusión perfecta popular-militar-policial» en ejercicios realizados en diversas zonas, incluyendo la frontera con Colombia y áreas costeras.
El Ejecutivo ha calificado estas acciones como defensivas y legítimas, y sostiene que no se comparan con las ofensivas de Estados Unidos. A partir de agosto, tras el aumento de la recompensa por información sobre Maduro, se anunció el despliegue de 4,5 millones de miembros de la Milicia, un componente especial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), con el alistamiento de más de ocho millones de ciudadanos.
El gobierno ha reforzado su presencia militar en estados como Zulia y Táchira, y se han llevado a cabo ejercicios a lo largo del Caribe venezolano, bajo la campaña «Caribe Soberano 200». En estos ejercicios, se movilizaron 12 buques de la Armada y 22 aeronaves, junto a grupos de operaciones especiales y drones.
Desde el 8 de octubre, el Plan Independencia 200 se ha implementado con el despliegue de las Zonas Operativas de Defensa Integral (ZODI) y simulaciones ante una hipotética «agresión militar» de EE. UU. Recientemente, en coincidencia con la llegada del portaaviones USS Gerald R. Ford, se movilizaron 200,000 militares en el país como parte de ejercicios de preparación. A pesar de estas movilizaciones, la vida cotidiana en Venezuela no se ha visto alterada, y el gobierno insiste en continuar sus actividades y enfrentar la supuesta «guerra psicológica» de Estados Unidos.
DCN/Agencias