
El cierre de Gobierno en Estados Unidos comenzó el 1 de noviembre y ya está en su segundo mes, convirtiéndose en uno de los más prolongados en la historia del país. Esta situación afecta a 42 millones de residentes que dependen de la ayuda alimentaria, quedándose sin financiamiento a partir de hoy. Entre ellos hay alrededor de 10 millones de latinoamericanos.
La falta de fondos ha generado preocupación y angustia. Emilia Ruiz, beneficiaria de este programa, comentó: “Es una noticia muy desagradable, porque el país está con mucha necesidad. Todos los alimentos han subido de precio, pero los salarios no”.
Además de la crisis alimentaria, se produjo un impacto en el sector salud. Este sábado se anunciaron nuevas primas para los programas del Obamacare para 2026, que muestran un incremento promedio del 25%. Esto se agrava por el fin de subsidios otorgados durante la pandemia que ayudaban a quienes ganaban menos de 65.000 dólares anuales. Los expertos advierten que la combinación del aumento en las primas y la eliminación de subsidios hará que el costo anual de las pólizas se doble, lo que podría llevar a muchas familias a perder su seguro médico.
A la parálisis de la asistencia social se suma una creciente preocupación en el tráfico aéreo. El cierre ha mantenido a 730.000 empleados federales esenciales, incluyendo controladores aéreos, trabajando sin salario. Esta situación ha generado retrasos significativos en los aeropuertos más concurridos, similar a lo que ocurrió durante el cierre de 2018-2019, que forzó un acuerdo legislativo para reabrir el Gobierno.
El cierre ha trascendido la disputa presupuestaria para convertirse en una crisis humanitaria y de infraestructura. El estancamiento político ha cortado la asistencia básica a millones, elevando los costos de salud para la población más vulnerable y poniendo en riesgo la seguridad aérea. Hasta el momento, este cierre ha puesto de manifiesto el alto costo social del enfrentamiento entre las élites en Washington.
Fuente: Telesur
VTV/SB
DCN/Agencias