Los efectos de tener un gato como mascota en nuestro cerebro.

Los gatos, a pesar de su reputada independencia, parecen tener una conexión especial con los humanos basada en la química del cerebro. La oxitocina, conocida como la «hormona del amor», juega un papel importante en este vínculo. Este neurotransmisor se libera en momentos de afecto, como cuando una madre abraza a su hijo o amigos se abrazan, y también se ha constatado que es fundamental en la relación entre gatos y personas.

La oxitocina está asociada con la confianza, la calma y la regulación del estrés en diversas especies, incluidos los humanos. Un estudio de 2005 indicó que los participantes eran más propensos a confiar en otros tras realizar juegos financieros que activaban esta hormona. Igualmente, esta sustancia tiene efectos relajantes, ya que disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y activa el sistema que ayuda al cuerpo a descansar.

Se ha demostrado que las interacciones amables, como acariciar a un perro, fomentan la liberación de oxitocina en caninos y humanos. Sin embargo, hasta hace poco se tenía escasa información sobre cómo afecta esto a los gatos. Investigaciones de 2021 en Japón revelaron que acariciar a un gato incrementa los niveles de oxitocina en sus dueños. Las dueñas que interactuaron con sus gatos durante un corto periodo de tiempo mostraron un aumento en esta hormona en su saliva.

Acariciar a un gato que ronronea resulta relajante, y no solo por la suavidad de su pelaje. Esta acción, junto con el sonido del ronroneo, puede inducir la liberación de oxitocina en el cerebro humano. Un estudio de 2002 demostró que el contacto suave con un gato ayuda a bajar el cortisol, lo que puede disminuir la presión arterial y el dolor.

Los estudios también identifican momentos que provocan la liberación de oxitocina en la relación entre gatos y humanos. Se observó que cuando los dueños acariciaban a sus gatos de manera relajada, tanto ellos como sus felinos mostraban un aumento de oxitocina, siempre que las interacciones fueran cómodas para el animal. Sin embargo, los gatos más distantes no mostraron cambios significativos.

Los investigadores sugieren que para establecer un vínculo fuerte con un gato, es clave entender su comunicación sutil, como el conocido parpadeo lento. Aunque los gatos parecen menos afectuosos que los perros, la relación que establecen es única a su manera.

Así, la próxima vez que un gato ronronee junto a ti, recuerda que, más allá del pelaje suave, la oxitocina está fluyendo, profundizando el vínculo y aliviando las tensiones diarias.

DCN/Agencias

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