
El sueño desempeña un rol fundamental en el desarrollo de los bebés. No solo es necesario para el descanso, sino que durante este tiempo se llevan a cabo procesos importantes como el crecimiento, regulación del peso y desarrollo cognitivo. Por ello, es comprensible que muchos padres se preocupen cuando sus bebés no duermen adecuadamente.
Cada bebé es único y puede haber múltiples razones por las cuales un recién nacido no duerme lo suficiente. Los hábitos de sueño se desarrollan en diferentes momentos; algunos bebés logran establecer un patrón en pocos meses, mientras que otros lo consiguen cerca de los dos años. Lo más importante es mantener la paciencia y la comprensión.
Es fundamental conocer los patrones de sueño de los recién nacidos para entender sus necesidades. En sus primeras semanas, los bebés se adaptan y a menudo confunden el día y la noche. En general, los recién nacidos duermen entre ocho y nueve horas durante el día y unas ocho horas por la noche; sin embargo, no suelen dormir toda la noche hasta alcanzar los tres meses, y algunos tardan casi un año en lograrlo. A medida que crecen, su necesidad de sueño disminuye.
Los recién nacidos suelen despertarse con frecuencia. Esto es normal, ya que su pequeño estómago les obliga a alimentarse cada pocas horas. Generalmente, necesitan comer cada tres horas, aunque esto puede variar según su edad y tipo de alimentación. Es importante que los padres estén atentos a cualquier cambio en los hábitos de sueño, ya que podría indicar un problema de salud o un aumento del hambre por crecimiento.
Existen diferentes etapas de alerta en los recién nacidos. Cuando un bebé se despierta al final de un ciclo de sueño, entra en una fase de alerta tranquila, donde observa y responde a su entorno. Después, pasa a una fase de alerta activa, donde está más atento y se mueve. Finalmente, puede llegar a la fase de llanto, que es cuando se irrita y requiere atención. Para calmarlo, es recomendable sostenerlo o envolverlo.
Las razones por las que un bebé puede dormir menos de lo habitual incluyen: alimentaciones frecuentes durante el día, siestas diurnas muy largas, posiciones incómodas para dormir, y ser un bebé de alta demanda que necesita estimulación constante. Además, enfermedades o alteraciones emocionales como la ansiedad pueden influir significativamente en su descanso.
DCN/Agencias