
El Palacio Colonna, un tesoro escondido en el corazón de Roma, es una de esas joyas que atrae a unicamente un puñado de afortunados turistas cada año, a pesar de ser eclipsado por grandes iconos como el Coliseo y la Capilla Sixtina. Este palacio-museo privado, que se extiende a lo largo de una manzana en el bullicioso centro de la ciudad, es un refugio de arte y cultura, pero su acceso es limitado.
Según la AP, el sitio, que alberga una impresionante colección de pinturas, esculturas y tapices, solo permite la entrada a grupos pequeños de diez personas. Las visitas, guiadas por expertos en historia del arte, se realizan únicamente los viernes y sábados por la mañana. La restauradora Elisabetta Cecchini enfatiza que “no podemos tener turismo masivo” y que el objetivo es que el arte no se pierda en la falta de aprecio. “No está destinado a ser un museo mercantil”, asegura.
Don Prospero Colonna, el actual príncipe de la familia, reside en el palacio y concede raras excepciones para eventos, como el lanzamiento del libro del papa Juan Pablo II y una exposición de moda católica que atrajo a figuras como Donna Versace y Anna Wintour. Estos eventos son raras ocasiones en las que los medios logran un vistazo al interior.
Claudio Strinati, exsuperintendente de los museos de Roma, defiende la exclusividad del palacio, considerando que es “uno de los mayores patrimonios artísticos de la humanidad”. Desde el siglo XII, los Colonna, parte de la “nobleza negra” de Roma, han mantenido su legado artístico intacto, incluso en tiempos tumultuosos. Durante la Segunda Guerra Mundial, la princesa Isabella logró proteger las obras maestras, escondiéndolas en un ala del palacio cuyos accesos fueron tapiados, logrando burlar a los soldados nazis.
El interior del palacio cuenta la historia de poder y tradición, con la Sala del Trono donde se celebra la memoria de Oddone Colonna, quien fue papa y realizó del palacio su residencia durante una década. Las frescos de su Gran Salón representan las hazañas de sus antepasados.
La directora de la galería, Patrizia Piergiovanni, resalta la profunda conexión entre los Colonna y Roma: “No pueden existir sin la otra”. Parte de esta historia también se documentó en el clásico de 1952, “Roman Holiday”, donde Audrey Hepburn dejó claro que Roma es un lugar que se atesora eternamente.
DCN/Agencias