Comedores comunitarios se presentan como alternativa para combatir el hambre en Venezuela

Comedores públicos como opción ante el hambre en Venezuela

La inseguridad alimentaria en Venezuela se ha intensificado, llevando a muchas familias a depender de comedores y programas de asistencia para cubrir sus necesidades. Édgar Martín, un hombre de 84 años, camina tres kilómetros cada día para recibir su almuerzo en La Pastora, ya que su pensión de 130 bolívares mensuales no le permite comprar alimentos ricos en proteínas, cuyo precio oscila entre 9 y 19 dólares por kilo.

El financiamiento internacional ha disminuido, limitando la capacidad de organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (WFP), que ha dejado de atender cinco estados del país. Más de 400 mil personas en Trujillo, Yaracuy, Barinas, Anzoátegui y Monagas han perdido el acceso a comidas escolares.

Los comedores de Cáritas y grupos comunitarios continúan operando para atender la creciente demanda. En Caracas y Maracaibo, cientos de ancianos, niños y madres solteras dependen de estas ayudas diarias.

La crisis alimentaria también repercute en la asistencia escolar. En el ciclo 2025-2026, solo 83 mil estudiantes en Falcón y Sucre reciben comidas escolares, una cifra drásticamente inferior a los 827 mil que lo hacían en años anteriores.

Los expertos han señalado que la falta de una dieta balanceada puede ocasionar desnutrición y retrasos en el desarrollo, así como contribuir al abandono escolar. Según HumVenezuela, un 46,2% de los hogares adquiere alimentos a crédito y un 43,1% pide comida prestada para sobrevivir.

Organizaciones como Alimenta la Solidaridad cerraron sus operaciones en 2025, lo que dejó a 12 mil niños sin alimento diario. En Maracaibo, la Mesa de la Misericordia ha reportado un creciente número de beneficiarios, que supera los 200 al día.

Las iniciativas de asistencia alimentaria enfrentan serios desafíos en términos de financiamiento, logística y sostenibilidad. La nutricionista Yngrid Candela advierte que, aunque los comedores son una solución inmediata, no sustituyen políticas públicas de largo plazo.

En Caracas, sitios como San Judas Tadeo y la Casa de los Abuelos de La Pastora proveen alimentación diaria a distintos grupos vulnerables. Sin embargo, la cantidad de beneficiarios aumenta ante la escasez de recursos.

En Miranda, Arcadia y Ramona, dos adultos mayores de 68 y 72 años, reciben apoyo de comedores donde a menudo solo pueden acceder a arroz con mortadela. La falta de proteínas y otros recursos se ha vuelto una constante, mientras que la demanda sigue en aumento.

La inseguridad alimentaria sigue creciendo en Venezuela, poniendo a millones en una situación de dependencia de la asistencia humanitaria. Los comedores y programas sociales emergen como una vía de alivio en medio de esta compleja crisis económica.

DCN/Agencias

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