
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro comenzó a cumplir el martes una sentencia de 27 años de prisión por intento de golpe de Estado. Su reclusión se lleva a cabo en una sala de doce metros cuadrados en la sede de la Policía Federal en Brasilia. Este espacio cuenta con una cama individual, una pequeña mesa, un televisor y estanterías de madera, sin adornos ni cuadros en sus paredes blancas, según imágenes compartidas por la misma Policía Federal.
Bolsonaro, quien había estado en prisión domiciliaria debido al incumplimiento de medidas cautelares, fue trasladado a esta sala el sábado anterior tras intentar dañar una tobillera electrónica, que formaba parte de las restricciones impuestas en el proceso judicial.
El juez Alexandre de Moraes, encargado del caso en la Primera Sala del Supremo Tribunal Federal, concluyó el procedimiento tras determinar que las opciones de recursos se habían agotado. Así, estableció que Bolsonaro debería iniciar su pena de 27 años y tres meses en la sala mencionada, garantizando su atención médica.
A sus 70 años, el expresidente enfrenta varios problemas de salud y mencionó que su intento de dañar la tobillera se debió a efectos secundarios de medicamentos antidepresivos que le habrían causado «alucinaciones».
DCN/Agencias