
En la plazoleta de la Basílica de Maracaibo, se llevó a cabo la entronización de las reliquias de Santa Carmen Rendiles y San José Gregorio Hernández, marcando el inicio de una solemne eucaristía que conmemora los 316 años del milagro de la restauración del retablo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, conocida como La Chinita.
Durante este año, las figuras de los santos venezolanos han estado presentes en distintos momentos de las fiestas, integrándose en los mantos de La Chinita, en su «bajada» y adornos en los campanarios del templo que honra a la Virgen.
La misa principal fue oficiada por el arzobispo de Maracaibo, monseñor José Luis Azuaje Ayala, acompañado por los obispos de Mérida, Coro y el arzobispo emérito de Coro. A las cinco de la tarde, las campanas de la Basílica sonaron, mientras el coro de los Niños Cantores del Zulia entonaba el himno a San José Gregorio Hernández y el «¡Gloria a ti! ¡Casta Señora!». En ese momento, el santo retablo de La Chinita apareció en su carroza, bajo su corona como patrona del Zulia.
Alrededor del altar, unos 70 sacerdotes, vestidos con casullas celestes, concelebraron junto al arzobispo Azuaje en la solemnidad. En el altar, unos 20 mil copones llenos de hostias aguardaban la consagración, preparadas para la gran cantidad de feligreses presentes que colmaron la plazoleta, donde se dispusieron aproximadamente 30 mil sillas blancas.
El arzobispo, en su homilía, instó a la comunidad a vivir el amor en la fe, citando al Papa Francisco y enfatizando la importancia de ayudar a los más necesitados. También abordó la sed espiritual, invitando a buscar respuestas en Cristo.
Tras las peticiones y ofrendas, se llegó al momento cumbre de la consagración, donde monseñor Azuaje elevó el cuerpo de Cristo, guiando a la congregación en la oración del Padre Nuestro. La atmósfera se llenó de abrazos y saludos al momento de dar la paz, mientras los sacerdotes comenzaban a administrar la comunión, acompañado por el coro.
Al finalizar la misa, el arzobispo Azuaje bendijo a la multitud, despidiéndoles con un «pueden ir en paz». La emoción se desbordó en el área del monumento, donde la gente aguardaba ansiosamente el pase de la Virgen Morena.
Los Niños Cantores, que celebran 50 años de fundación, volvieron a entonar el «¡Gloria a ti! ¡Casta Señora!» y la procesión comenzó, recorriendo las calles tradicionales del barrio El Saladillo, siguiendo la tradición de hace más de tres siglos.
DCN/Agencias